La política es una cuestión muy seria
para dejarla exclusivamente en manos
de los políticos. Se trata de nuestro futuro
y el de las generaciones por venir.
Campaña
electoral de 1958. Tenía diez años y asistía a mi formación primaria en el
Colegio San José de Calasanz, regentado por los sacerdotes escolapios. En
nuestro tiempos libres, Enrique, "Tatana" y yo subíamos hacia Vista
al Mar, en la zona alta de Los Magallanes de Catia donde una señora cuyo rostro
se me pinta lejano en el tiempo y la distancia, nos pagaba un real y nos daba
el almidón y los afiches que habíamos de pegar como parte de la propaganda
electoral de Wolfang Larrazábal, aspirante presidencial que enfrentaba a Rómulo
Betancourt e iba apoyado, entre otros, por la tarjeta amarilla de URD.
Por decirlo
de alguna manera fue mi primera experiencia en el activismo político. En lo
emocional, por esos meses y en medio de la campaña, vi muy de cerca a Carlos Larrazábal,
hermano del candidato, quien fue a visitar y recorrer el barrio procurando apoyo
para Wolfang. Acudía rodeado de mucha gente, esquivando grandes zanjas abiertas
por el denominado Plan de Emergencia, un manera de generar algún ingreso a la
población a cambio de trabajar. Al menos tenían que hacer el aguaje pero no se
les regalaba el salario, se lo ganaban aunque solo fuera con la asistencia. Y
se lo ganaron porque, al menos en el barrio, hubo abastecimiento de aguas
blancas, cloacas, alumbrado y calles de "macadán". Se hablaba de la
última dictadura, la de Pérez Jiménez, caída luego del plebiscito que antecedió
al derrumbe mes y media antes, el 2 de diciembre de 1957.
Viene al
mundo en medio de los estertores iniciales de la democracia que pujaba por
establecerse en Venezuela, de la mano de intelectuales y gente con conocimiento
político de la realidad mundial de aquellos tiempos. Tiempos en los que USA
apoyaba, propugnaba y protegía la instalación de dictaduras militares como
alternativa frente a la posible instauración del comunismo en medio del “caldo
de cultivo” que para su florecimiento bien ofrecían las condiciones objetivas
de una América Latina económicamente menguada, socialmente solidaria pero con
extraordinarias carencias en lo educativo. Venezuela, la excepción. El petróleo
da para todo. Da para todo con una producción que llego a alcanzar los tres
millones de barriles por día y hoy, en 2018, apenas llega a millón setecientos
mil con tendencia a la baja.
Ese es el
escenario a partir de hoy. Más aun, un escenario que agravara la situación
socioeconómica de la población. El embargo petrolero viene, el gobierno no
dispone de crédito, las empresas no disponen de materia prima, no hay
medicamentos, no hay repuestos, no hay alimentos pero tenemos patria y más aun,
tenemos un llamado a plebiscito presidencial para el 22 de abril, de manera un
tanto similar a lo ideado por Fujimori en el Perú. ¿Cuál será el desenlace?. No
tengo "bola de cristal" que permita visualizar el futuro. Solo hemos
de atenernos a los referentes históricos que, si bien la historia no está
sometida a leyes cíclicas, hay circunstancias a las que se denominan
condiciones objetivas, en las que es posible la repetición de eventos cual
réplica de un movimiento telúrico.
Hoy la unión
de los venezolanos que se oponen a la realidad que padecemos, ha dado un paso
adelante. Toca ahora organizarla y articularla en un movimiento único y
unitario donde el objetivo es también único y unitario: Superar al régimen y
restablecer la vigencia de las libertades, la democracia y el estado de derecho
en el país. He hecho, hago y sigo haciendo mi parte en lo que me corresponde
desde la perspectiva de la división del trabajo y, obvio, la edad que tengo.
Continuo porque como canta Alí Primera, "mira que la lucha es larga"
y lo ha sido. Sin embargo, hemos de tener presente que al final, siempre se
impone la justicia y triunfa el bien sobre el mal. Siento que hoy, la oposición
ha reconfortado al país, sigamos adelante... Dios concede la victoria a la
constancia y la disciplina, como en su momento, bien lo indicara Simón. No se
trata de ir a perder con Lorenzo, se trata de recuperar un país que es de
todos, no importan el color con cuyos ideales se tiña el corazón.