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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

sábado, 19 de mayo de 2018

“To vote or not to vote, that is the question” (I)


La duda hamletiana que el ingenio de Shakespeariano pusiera en manos del protagonista de “Otelo” cruza hoy las fronteras ideográficas de cada venezolano, en términos inequívocos de que ello ocurre sobre nuestra geografía, de palmo a palmo. La oposición y mucha gente no solo del chavismo light sino también del hard chavismo y el PSUV, que no del madurocabellismo ni de Somos Venezuela, se pregunta qué camino tomar ante la incertidumbre del “ser o no ser”, votar o no votar.
Esa es cuestión que no tendría mayores inconvenientes en ser respondida por y para quienes nos movemos en los terrenos de la oposición al actual régimen dictatorial, a no ser porque, el modelo de acción política perfilado por lo que se pretende conceptualizar como “Socialismo del siglo XXI”, también ha desarrollado simientes y echado raíces en uno que otro territorio oposicionista que seducido por las mieles del acceso al poder y sus beneficios han terminado emulando conductas que en principio y por principios rechazan.
De lo contrario no entiendo porque el lugar de promover y divulgar los resultados que, positivos para el colectivo país, derivarían de acudir el 20 de mayo ante las urnas electorales y que cada venezolano ejerza su derecho al sufragio. Por el contrario, se han dedicado a una campaña de descredito y descalificación e insulto para todo aquel que, derivado de sus propios análisis, consiedar que el momento no da para cumplir con ese deber por cuanto nosolo no hay condiciones para ello, tal cual lo establecen la Constitución y leyes de la República sino que, peor aun, no conducirá al logro de los resultados que nuestros sueños por una Venezuela distinta a la de hoy, estamos deseando.
Y no se trata de aquello de que “deseos no empreñan”, sino de estar conscientes de que el 21, esto es, a partir de las 00,00,1 horas del lunes próximo, nada habrá de cambiar o cambiado para mejorar la suerte de la población venezolana, sino para lo peor, el afincamiento y profundización de la crisis política en primer lugar, por cuanto sabido como ya se sabe, cuáles serán los resultados del escrutinio electoral, el régimen, en su absurda manera de ver y hacer ver la realidad mediante la utilización del metalenguaje, intentara converse y convencer a sus seguidores de que todo está bien y hoy más que nunca antes, tenemos patria. Se incrementara la crisis económica, se ampliaran las brechas sociales y se depauperaran aun más, nuestros usos y costumbres, es decir, la cultura e idiosincrasia del venezolano, ante una sociedad cada más fragmentada tal cual lo proclaman las ideas del principescas de Maquiavelo en cuanto al divide y reinaras. De ello no tengo duda alguna. Sin embargo, no creo por ello que hemos de sumergirnos en el reino de la desesperanza, por el contrario, alzar los maderos y seguir remanado en procura de alcanzar la orilla en el punto de aguas al que estamos obligados a llegar.
Por tanto y en primer lugar, no cuestiono ni emito opinión que intente calificar a quienes en el campo de la oposición, mantienen posiciones contrarias a las mías respecto a los eventos del próximo 20 de mayo. A mi edad no voy a trampearme y contradecirme afectando mi credibilidad en el escenario público, esto es, de lo político. Desde que se tomaran decisiones y convocara la instrumentación conducente al establecimiento de una Asamblea Nacional Constituyente que hoy no dudo en calificar de espuria, asumí una actitud en contario y no solo lo justifique y he justificado desde entonces, sino que acudí a foros y conferencias en los que expuse las razones de mi posición e intente, dar herramientas a otros, para que tras realizara sus propias evaluaciones sobre el tema, tomaran la decisión que en base a ello consideraran y asumieran postura ante ese hecho político administrativo. Como debe ser en democracia, cada quien toma decisiones y asume sus consecuencias.
Eso pienso, eso digo y eso practico. Votar o no votar es flatulencia cognitiva e intelectual de cada quien y de sus legítimos intereses, por tanto una cuestión íntima e individual. Cada quien asuma lo que considera válido para si y para el país ante la coyuntura electoral. Nada que decir, aunque si, rechazar toda suerte de calificativos, epítetos e incluso miserables conminaciones para que comparta o asuma esta o aquella posición. Respeto y exijo respeto. NO VOY A VOTAR, POR PRIMERA VEZ EN MI VIDA ELECTORAL, NO VOTARE, quien quiera razonarlo conversacionalmente conmigo, sencillamente me lo señala, coordinamos reunirnos para compartir amigablemente un café (En la medida de lo posible, dadas las circunstancias económicas y sociales del país), y como siempre, a la orden en un clima de respeto y tolerancia. No copiemos en la oposición, lo que criticamos a nuestras antípodas políticas en el ejercicio de la política y el gobierno.