En el marco de las noticias desde la perspectiva política, el mes de febrero se inició con la información relativa al Golpe de Estado en Birmania, en términos oficiales República de la Unión de Myanmar. Luego de diez años de ensayo democrático, el ejército retoma el mando político de la nación y detiene a la líder de la sociedad civil Daw Aung San Sun Kyi.
Esa información da la base para que Max Fisher publicase el pasado 9 de febrero en su columna The Interpreter a través del diario The New York Time, un artículo bajo el
titulo ¿Qué mantiene viva a la democracia? Las incomodas lecciones de Birmania
para Estados Unidos. En el establece comparación entre el
funcionamiento de la democracia en Birmania y en general, señala como se funda
y sostiene internacionalmente el sistema y los eventos político electorales de
reciente data en Norteamérica.
Fisher pasa por encima del concepto tradicional de
democracia en términos de gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo aterrizándolo
en lo que realmente constituye para él, la base originaria en cuanto la
implantación del sistema democrático en cualquier parte del mundo como consecuencia
de situaciones en las que ´´la democracia
existe a voluntad de las elites políticas, que instalan y mantienen ese sistema
mientras sienten que les interesa hacerlo.´´ Cita los orígenes de la democracia en Gran
Bretaña y en los Estados Unidos y toca el tema venezolano, cuando ya mentalmente
me paseaba por esa idea, apuntando que su establecimiento ocurre en 1958 en
razón de un pacto de las elites para permitir y proteger la democracia en
nuestro país.
A decir verdad, el
planteamiento de Fisher sobre la democracia en Venezuela, se hunde filosamente en
mis circunvoluciones cerebrales generando un alborozo de dudas que incitan a la
búsqueda de información que por contraste ilumine mis pensamientos en relación
con su afirmación. Lo primero que viene a la mente me indica que este reputado
analista de la situación política internacional, asume la firma del Pacto de
Punto de Fijo como la fecha en la que la democracia ve luz en nuestro país.
En efecto, en las páginas de la actual
usurpación y régimen de facto establecido en el país, se lee una información
que apuntala la distancia de sesenta y dos años respecto la firma de aquel acuerdo, señalando lo
siguiente:
El Pacto de Punto Fijo fue firmado el 31 de octubre de 1958
entre los partidos Acción Democrática, Unión Republicana Democrática y Comité
Político Electoral Independiente (Copei) y sus líderes Rómulo Betancourt,
Jóvito Villalba y Rafael Caldera, pocos meses después del derrocamiento del
dictador Marcos Pérez Jiménez y antes de las elecciones de diciembre de ese
mismo año. El Partido Comunista de
Venezuela, clave en la insurgencia contra la dictadura perezjimenista, fue
excluido del pacto por el rechazo de Copei, Betancourt y la cúpula de la
iglesia católica. Entre los puntos del
acuerdo destacan el compromiso por respetar los resultados de las elecciones de
ese año y la defensa del sistema constitucional.[1]
Ese documento y su firma constituyen un paso previo a las
elecciones que se realizaron el 7 de diciembre de aquel año, las que dio como
resultado el triunfo de Acción democrática y la elevación de Rómulo Betancourt
a la Presidencia de la República para el periodo 1958 – 1963. De allí que hayamos de estar contestes con la
afirmación de Fisher en cuanto a la fecha, por una parte, y por la otra, se deja
ver la presencia de las elites, aunque a primera vista no parezca que
estuviesen.
De hecho, el cuestionamiento de COPEI (Rafael Caldera), más
fuerte seguramente que el de Acción Democrática (Rómulo Betancourt), dado que
en sintonía con ello se manifiesta la posición eclesiástica, en tanto expresión
de un factor fundamental de las elites que vetan al Partido Comunista, factor
importante las tareas que llevaron al derrocamiento de la dictadura, y por
tanto no fuese considerado para la suscripción del mismo. Cuestión aparte lo
constituye el hecho de si el Partido Comunista de Venezuela estaba de acuerdo o
no con el documento y dispuesto a firmarlo.
Allí, en la firma del Pacto de Punto de Fijo, las elites están
presentes, si bien los interlocutores constituyen expresión de un liderazgo
político partidista curtido desde 1928 en las lides que culminan el logro de
sus objetivos estableciendo la vigencia del sistema democrático como forma política
de gobierno en Venezuela. Asomada el aura clerical, no faltara posteriormente,
por que siempre han estado presentes desde la instauración republicana en la Gran
Colombia y luego de 1830 en Venezuela, las elites militares y con menor tiempo
asomados a la palestra, las elites culposas en general,
aquellas de las que nos habla Luis Enrique Alcalá en libro del
mismo título.[2]
Al continuar la lectura del articulo aparecerán dos nuevas disyuntivas
cognitivas cuando señala que la organización popular, las protestas o las
revueltas armadas no necesariamente imponen la democracia, lo cual solo es
posible si la expresión de esas fuerzas colectivas ejerce suficiente presión
sobre las elites circunstanciales y estas permiten elecciones y cambios como
consecuencia de situaciones en las que el camino a la democracia puede
representar un costo de salida menor que la represión. La otra cuestión se hace
presente al considerar que es diferente vivir en un lugar donde los militares
han gobernado, afirmando que la líder civil Daw Aung San
Sun Kyi no se percató de ello,
no lo entendió y por tanto la elite militar cancelo el ensayo democrático con
un Golpe de Estado.
Luego, cuando Fisher cita a Thomas Pepinsky, politólogo, profesor
e investigador en el Universidad de Cornell, me obliga a utilizar las
facilidades de internet y ubicar información referente a su formación y los
trabajos que ha realizado dando lugar al posicionamiento y contextualización de
sus ideas en el marco de la realidad venezolana, toda vez que encuentro un título
de interés comparativo, en paralelo con lo que actualmente se intenta descifrar
en el país desde la perspectiva de la realidad política actual: Elections as Causes of
Democratization: Evidence from Southeast Asia.[3]
Asumo el texto y me sumerjo en su lectura y análisis. De allí el título
de esta secuencia de entregas a las que he bautizado como Birmania y el sudoeste asiático:
elecciones y democracia, ejemplo para Venezuela. Toca la realidad
birmana, y por comparación apreciamos aristas coincidentes con nuestra realidad
sobre las que bien vale el esfuerzo intelectual de una visualización que pueda
ser de utilidad para interpretar lo que ahora ocurre en Venezuela. Es lo que
puedo aportar a la causa de nuestra reinstitucionalización en el camino hacia
la recuperación de la vigencia plena de la democracia, aun la inspirada por las
elites culposas, ya que es a nosotros a quienes corresponde ubicar a cada quien
en su pedestal, nicho o cesto de los papeles que ya no tienen utilidad alguna
en nuestro devenir. Continuare.
[1]
Ministerio del Poder
popular para el Ecosocialismo (2020). Hace 62 años se firmó el Pacto de Punto Fijo.
Página web Gobierno Bolivariano de Venezuela. [Documento en línea] Disponible
en: http://www.minec.gob.ve/hace-62-anos-se-firmo-el-pacto-de-punto-fijo/
Consulta realizada el viernes 19 de
febrero de 2021
[2] ALCALA Luis Enrique (2012). Las elites culposas. Memorias
imprudentes. Un cuarto de siglo de política venezolana. Libros
Marcados. Caracas.
[3] MORGENBESSER Lee y PEPINSKY B. Thomas
(2018) Elections as Causes of Democratization: Evidence from Southeast Asia
(with Lee Morgenbesser). Comparative
Political Studies, forthcoming. [Documento en línea] Disponible en: https://journals.sagepub.com/doi/pdf/10.1177/0010414018758763
Consulta realizada el viernes 19 de febrero de 2021