No
recuerdo si mi primera lectura de la obra literaria del margariteño Francisco Suniaga
(La Asunción, 1954), fue “La otra isla” (Todtmann, 2005) o “Pasajero de Truman”
(Mondadori, 2008), aunque estoy muy seguro que en tercer lugar leí “Margarita
infanta” (Mondadori, 2010). Ahora, en este año 2012, Suniaga nos trae “Esta
gente”, una obra que sin lugar a dudas se constituye en el mejor de los relatos
publicados hasta ahora por quien, bien puede ser parangonado como el mejor
escritor venezolano en lo que va de la segunda década de este siglo, si bien en
la actualidad hay otros escritores como Eduardo Sánchez Rúgeles, para solo
citar uno de los nuevos valores de la literatura nacional.
Durante
la lectura del libro, conté no menos de veinticuatro veces, la expresión “esta
gente” que da nombre a la obra. Ambientada en Margarita, entre La Asunción y
Porlamar, el argumento principal lo constituye la posibilidad históricamente
cierta, al menos tengo gran respeto por el autor y su obra para asumir que así
es, en cuanto a que el estado Nueva Esparta, nuestra Isla de Margarita, pudiese
alcanzar su independencia de Venezuela. A la seguramente existente
documentación histórica, Suniaga anexa elementos de la reciente jurisprudencia “boliburguesa”
que, en su afán de modificar la historia venezolana, ha dictado sentencias a
través del Tribunal Supremo de Justicia, que han pasado a ser parte de la
arquitectura jurídica que pretende acomodar el presente para justificar una “deconstrucción”
del pasado histórico, adecuándolo a la necesidad de levantar una justificación “revolucionaria”
que dé lustre a la misma desde los propios orígenes de nuestra nacionalidad.
En
cuanto a los personajes, aparte del Profesor Gumersindo Salazar y el Dr. José
Joaquín Espinoza, propulsores de la idea; el primero, a partir de la
documentación histórica y el segundo, accionando desde lo jurídico, la trama
central gira alrededor del amantazgo del Dr. José Alberto Benitez y Dinorah Terán.
Cuarentona, Dinorah es la abogada que ejerciendo como Fiscal del Ministerio Público,
recibe instrucciones, supuestamente dictadas desde Caracas, en cuanto a la
forma de proceder con respecto a la detención de Gumer, cuestión en la que su comportamiento acopla los deseos de un
ascenso a flor de tiempo, que la haga Fiscal Superior del estado Nueva Esparta,
una vez se agote el transito isleño de su actual titular y ella pueda maniobrar
para alcanzarlo, de la misma manera que llegó a la Isla para quedarse, dejando atrás
la temporalidad de su vida en la humildad de un hogar andino y la Caracas que
le quemó el culo de tanto darle y darle,
dándosela a más de uno.
Novela
que conjuga la veracidad de la información histórica con la realidad de una
isla que se nos muestra en declive, después que las esperanzas de un fornido
desarrollo habían sido puestas en el establecimiento de la Zona Franca. Elvira,
Salvador Sanabria y Pedro Boadas amán del odontólogo Víctor Larez y otros
personajes de la “Otra isla”, vienen nuevamente a escena como lo hicieran en la
otra isla, aquella que nos deja saber del Dr. Benítez y su sagrado vínculo
matrimonial con Elvira, ahora en trance, dado su encueramiento con Dinorah; Las peripecias de su enemistad de siempre, el Coronel Sanabria,
Jefe de la Policía Científica de la isla, y su gran amigo, el Médico Psiquiatra
Boadas, en quien Benítez termina desahogando la carga emocional que lo enfrenta
con su propia ética, al calor de sus furtivos encuentros de cama con la
gochita. Esa otra isla que nos deja el sabor de las conversas vespertinas en la
asuntina Plaza Bolívar y esta gente, que bien se trate de uno u otro lado de la
ecuación política que signa el presente político del país, adquiere connotaciones
argumentales que culminan en el cierre de la novela: “Viva Margarita independiente y
soberana. Viva Gumersindo Salazar, carajo”.
Ciudad
Bolívar, 12 de diciembre de 2012
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