“El
secuestro”, “la noticia”, “la antimiss” y “no tengo idea mi amor” corresponden
a los subtitulos de los cuatro capítulos a través de los cuales fluye la trama
de esta interesante novela del genero policial que, al más puro estilo del
Subinspector Gumersindo Peña, personaje creado por Marcos Tarre, nos retrata la
realidad actual del país de cara a un delito que dada su dinámica económica ha
devenido en un sector importante de la industria del crimen y la inseguridad
nacional: EL secuestro.
Bien
llevada por María Isoliett Iglesias, la narración fluye entre ambos extremos
del delito, las víctimas y los victimarios, desvelando pensamientos, ideas y
personas de uno y otro lado. Una mujer cuarentona y aún sabrosa y buenota que
no está dispuesta a perder los beneficios de su pertenecía a la alta burguesía
a la vez que frustrada en el logro de sus sueños, toma por asalto la
tranquilidad de su hogar para delinquir en beneficio propio por la arista de
las emociones fuertes primero, las eminentemente sexuales a escondidas del
marido, después las del secuestro contratado para recobrar algo de su capacidad
de gasto y mantener su delirante doble vida. Esa es Sofía Cavideas de
Obelmejias.
Por
ahora no sabremos de la suerte de Darwin Tañón, alias Chispa e´ Yesquero, de su
“Negra” la Yubi y el futuro de sus dos carajitos. Sabemos que termino sumergido
en el doble fondo del piso de su guarida mientras cuatro de los ocho miembros
de su banda morían en el entrompe liderado por la Comisario Cecilia Falcón,
quien entre otros, da muerte a su propio hermano, Rodrigo, el integrante más
reciente de la banda, quién murió con el sabor de los besos de la miss en sus
labios. Alanis Cavadias, la víctima del secuestro fue aparentemente la única
mujer que llegó a admirarle e interesarse por él. Síndrome de Estocolmo tal
vez, aunque muy prematuro en el tiempo para que así fuese.
Debido
a su formato de bolsillo, la novela se lee rápidamente. Son doscientas sesenta
y cinco páginas que tal vez por una cuestión de costos presenta una encuadernación
de baja calidad y las páginas se desprenden solas por lo que hay que tratar el
libro con mucho cuidado para evitar dañarlo y perderlo. Pertenece a una serie:
Vértigo, lanzada por la editorial bajo la dirección de a escritora Mónica Montañés
donde la una de las reglas primordiales refiere que ha de tratarse de un crimen
en el que la víctima, la victimaria o la encargada de resolver el caso habría
de ser una mujer. En este caso, los tres roles son atribuidos a mujeres.
Alanis, es la víctima, Sofía actúa como criminal o victimaria y Cecilia Falcón
participa activamente, coordina y dirige la solución del caso.
Cecilia
Falcón resulta finalmente ser la hija de un comisario del mismo cuerpo policial
al que ingreso siguiéndolas huellas de su padre, fallecido a manos de criminales
en una acción policial en la frontera colombo – venezolana. Joven, de apenas
treinta y tres años, soltera pero con demostrada capacidad para amar, de
acuerdo a su propia manera de ver el amor de pareja y eficiente funcionario
policial que ha tenido sus aventuras y devaneos amorosos. Gumersindo Peña, quien
aparentemente le daba fuertemente en la “medre” por decirlo de alguna manera y
el Subinspector Otero, quien es el encargado de turno en una relación que llega
a tomar por cama las propias oficinas del cuerpo policial en arrebatos llenos
de adrenalina sexual. La relación filial entre Cecilia y su padre no queda del
todo clara en la novela, al menos para mí.
El
resto de los personajes, aunque algunos llegan a ser relevantes en cuanto su
participación en la trama, forman parte del reparto. Pedro Cavadias, José
Hernández y Darwin Tañón, alias Chispa e´Yesquero, destacan el segundo circuito
de los personajes.
El
eje a partir del cual se desarrolla el argumento está constituido por la
rivalidad afectiva entre Sofía y su hija adoptiva Alanis. La incapacidad para
terminar aceptándola como parte de su vida superando las frustraciones
inherentes a su imposibilidad de concebir y tener que adoptar, así como sus
propias frustraciones de ser humano y mujer, cansada de un matrimonio que se
sostiene solo con base en las
conveniencias económicas y sociales, termina arrastrando a la madre a
planificar el secuestro de su “hija” con la idea de hacerla ganar el concurso
de Miss Venezuela en el que participaba como parte de la proyección de los
fracasos y deseos y su “madre”.
El
otro eje argumental emerge en la familia de Cecilia Falcón, su madre y su
hermano Rodrigo, un joven retraído, de baja autoestima, necesitado de atención
y aceptación social de la que no disponía en los círculos donde acudía ya que,
a decir de él mismo, era una especie de fantasma que nadie veía hasta encontrarse
con Miss Sucre en la guarida de su encierro bajo secuestro, luego de ser
motivado a enrolarse en la banda de Chispa e´ Yesquero, por sus amigos de la
Universidad católica Andrés Bello, donde estudiaban los cuatro y donde además
había sido visto por Alanis, quien también es estudiante de esa misma
universidad.
Lo demás
lo pone la experticia de la autora en su aprendizaje de la calle trabajando la
fuente de sucesos para el Diario El Universal. Como siempre, todo cuanto crea
en ser humano se mueve entre dos extremos, es útil por sus bondades o poco atractivo
por sus carencias o consecuencias negativas derivadas de su uso. A mi manera de
ver, se trata de una novela bien lograda, Entusiasma y clama nuestra atención
de principio a fin y de un solo tirón. Habrá que leer otras obras de esta
colección para tener una visión más amplia de la misma, de sus alcances y
repercusiones. Por lo pronto nos encontramos ante una producción intelectual
que puede dar lugar a constructos argumentales que traducidos al guión
cinematográfico, abran nuevos caminos y posibilidades al genero policial y de
sucesos, tanto en el cine como en la televisión nacional.
“-Me
tiraste la hembra pa´l piso.
-¡Cómo
indiecita?
-Que
los malandros son unos filosófos populares papi. Me tiraste la hebra pa´l piso…
Me la tumbaste del pedestal, por decir lo menos.” (p. 265)
Es
la narración final de la novela, cuando Alanis es advertida por su padre, Pedro
Cavadias, de que la autora intelectual de su plagio. Fue su propia madre. Me
tiraste la hembra pa´l piso, como bien le respondió Rodrigo cuando Alanis le
pregunto, significa en el lenguaje coloquial de la guarida _Que una mujer muy querida te decepciona al punto de
merecer la muerte.” (p. 200). Es una expresión que solo se menciona tres veces
en el relato de Iglesias, la primera, cuando Chispa e´Yesquero se va a tira a
su jeva para relajarse porque necesita desetresarse: “me escapo pa´donde mi
negra. Necesito tirármela pa´relajarme. Esa es la única hembra que nadie me la
va a tirá pa´l piso.” (p. 125). Eso es esta novela.
Fuente:
IGLESIAS María Isoliett (2012). Me tiraste la hembra pa´l piso. B. Caracas
IGLESIAS María Isoliett (2012). Me tiraste la hembra pa´l piso. B. Caracas
BOR/ Abril,
2013
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