En
la vida de cada uno de los seres humanos, van sucediéndose una serie de eventos
que a la larga, van modelando y determinando lo que cada quien es en un momento
y contexto determinado. Es nuestra evolución como seres únicos e irrepetibles,
jamás habrá una réplica de ningún ser por cuanto si bien pudieran llegar a
seriarse tanto el genotipo como el fenotipo para generar un estereotipo idéntico
al de existencia previa, la interacción con el medio, dan lugar a un programa
de conductas que no necesariamente están en correspondencia con las que pudieran
haber tenido lugar en el ser original. Como bien señalo Heráclito de Efeso: “nadie
se baña dos veces en el mismo río”. Lo decía porque tanto cambia el río como
quien en él se baña.
Para
Heráclito, <<nadie
puede bañarse dos veces en el mismo río. Todo pasa y nosotros pasamos con todo.
Pero en ese saber pasar y disfrutar del instante está el arte de vivir. Como es
inútil parar el reloj, es absurdo intentar meter en el congelador las
circunstancias de nuestra vida. El arte de vivir es saber fluir con el río,
tomar conciencia de que “nuestra vida es pasar, pasar haciendo caminos, caminos
hacia la mar”. Y desde ahí aprender a disfrutar del viaje sabiendo que más allá
de los cambios hay algo que permanece, algo esencial casi siempre invisible
para los ojos.>>
Es la preservación de ese algo especial inmanente de
manera exclusiva a cada quien, lo que establece nuestros conflictos
existenciales en el decurso de nuestras vidas individuales. Si intentase otear
la evolución de la individualidad humana desde su gestación hasta desarrollo y
aprehensión de su conciencia, tal vez podamos apreciarlo, primero en el
reconocimiento de nuestro ser material. Es lo que disponemos aun antes de ver
la luz del alumbramiento. Entonces, desde lo complejo, tal vez podieramos
establecer un “bucle” que signado por la materialidad de nuestro cuerpo,
alberga la siemiente de la conciencia que lo largo del tiempo y en medio de los
diferentes contextos con os que interactuamos, daran lugar al despertar de la
misma. Ese despertar de la psiquis irá nutriendose en lo emocional y espiritual
para fraguar, paso a paso, lo que somos en este momento de nuestra vida. Cuerpo
material – intelecto - psiquis emotiva y espiritual.
Es ese “bucle”, el más complejo de cuantos hasta ahora
pudieran conocerse, el que en la interacción social permite que nos
reconozcamos y conozcamos a nosotros mismos, nuestras capacidades y
potencialidades y por tanto, apuntalen el camino de nuestro devenir histórico
en la vida y la evolución hacia el logro del “ser total”, instancia
trascendente que desde la totalidad del ciclo cumplido permitirá a nuestra
conciencia, tener la noción del origen, de donde venimos y cuando partimos,
hasta el final, final que jamás conoceremos porque en el instante que ocurre
perdemos la conciencia como saber que ha ocurrido y ver el final. Un recorrido
que hace honor a los postulados de Heráclito en cuanto a que dicho recorrido
fue único y nadie volvera a hacerlo de la misma manera, ni aun nosotros mismos
aunque volviesemos a nacer.
Desde la perspectiva de lo humano y la construcción de escenarios, veo allí
la raíz de lo que denominamos “analisis estratégico”. Se trata de adivinar el
momento del individuo o, de la sociedad si ese fuese el caso y el momento del
río, equivalente en este ejemplo al contexto general donde el individuo o la
sociedad se mueven. Es la permanete noción dicotómica del tiempo y el espacio.
Y es que, cuando se desarrollan habilidades para este tipo de actividad, es
posible predecir conductas individuales o colectivasaunque el individuo o la
sociedad juren y perjuren que jamás llegaráin a tal o cual comportamiento.
Ahora bien, ¿Cómo predecirlo?. Sencillo, de la misma manera que la
investigación de mercados predice el comportamiento del consumidor o, en todo
caso, del sujeto a quien en última instancia se investiga para presentarle una
u otra oferta, de una u otra manera, así de sencillo. Cuando el individuo o el
colectivo obvian información, información que luego es corroborada por el
analista, pone en manos de este, datos para el análisis y la construcción de
escenarios de acuerdo con el seguimiento que se hace al comportamiento de la
variables que se asumen relevantes en el análisis de una situación concreta en
tiempo y espacio.
Cierto es que los escenarios, una vez construidos tiene una probabilidad de
ocurrencia entre cero y uno y es allí donde la habilidad y las capacidades del
analista entran en juego para establecer con mayor certeza, cual o cuales son
los escenarios posibles, en eso consiste el “juego estratégico”. Digan lo que
digan los actores, únicos o colectivos, la atención no ha de estar no solo en lo
que dicen sino en lo que sus conductas expresan. Decir que hemos obtenido un
éxito rotundo y dejar ver una cara de infelicidad, indican que lo que se dice
es falso lo cual queda corroborado en la actitud, en la conducta factica. Es lo
que bien señala Carlos Saúl Rodríguez en su libro “No es cuestión de leche, esc
cuestión ed actitu:d”. Y es esa actitud la que finalmente orienta el camino que
conduce a cada quien, hacia la meta que desea lograr, metas que en muchos casos,
se fraguan desde lo más recondito del bucle maestro de nuestro comportamiento en la tríada consciente
– insconciente subconsciente.
A veces, sin darnos cuenta, en lo individual o en lo colectivo, avanzamos
hacia escenarios que nuestro consciente no es capaz de apreciar, pero que están
determinados por los mecanismos subrepticios del insconciente y llegamos a
negar la realidad concurrente a los hechos, de la isma manera que aquella
madrugada, antes del canto del gallo, Pablo nego a Jesus.
Cd. Bolívar 22 de julio de 2014
2,20 am
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