Estrenada
en el Radio City Music Hall de Nueva York el 2 de marzo de 1933, King Kong constituye una película de
aventuras, genero que había despertado interés en con la aparición de un par de
novelas basadas en los mundos perdidos[1] y que
antecedieron al guión novelado que fue
conocido en 1932, esto es, un año antes del estreno del film, gracias a la
publicación que hiciera Delos W Lovelace.
Fue dirigida por Merian C. Cooper y Ernest B Schoedsack con las
protagonizaciones de Fay Wray, Robert Armstrong y Bruce Cabot. Fue escrita por
Ruth Rose y James Ashmore Creelman sobre una idea de Merian C. Cooper y Edgar
Wallace. La película, asocia en un viaje
a la Isla de Calavera, a un director de cine, una actriz que padece los
estragos de la depresión de 1929 y se encuentra desempleada y el capitán de la
embarcación, el Venture, en la que se
dirigen para ubicar a un misterioso ser llamado Kong, a quien el director de
cine, desea filmar.
Teniendo
como base esa película y, tomando como motivo la composición musical basada en
los compases creados por Kiko Mendive y sus amigos generacionales en sus
incursiones habaneras al Cine Belazcoain, donde acudían para ver la película homónima
de la que Ibsen Martínez, escritor de alto vuelo, nos presenta como título de su
última novela, recién dada a la luz, Simpatía por King Kong. El texto,
severo en algunos pasajes a la vez que grave y profundo en otros, viene dotado
de una dinámica envolvente, esa que nos lleva de principio a fin de la obra una
vez nuestra vista ha recorrido las primeras palabras, frases introductorias,
párrafos iniciales, ideas que calan de inmediato en nuestro sentir, la novela es
para mí, un texto transparente y limpio.
Cuando
hemos avanzado suficientemente en su lectura, caemos en cuenta de la
representación gráfica que toma lugar en la portada y que, comparada con otras fotografías
de la misma época y personajes, luce evidentemente real en los orígenes de
alguna de las muchas presentaciones que en México realizara Cecilio Francisco
Mendive Pereira, coreógrafo y bailarín
nacido en la Habana el 22 de noviembre de 1919 y falleciera en el
Hospital Universitario de Caracas el 5 de abril del 2000 como consecuencia de
un enfisema pulmonar y no por herida alguna causada durante los eventos del “Caracazo”
en febrero de 1989. Esta y otras aseveraciones que hace el autor, forman parte
del imaginario que da lugar a la narración novelada de esta historia que gira
alrededor de la vida artística en ascenso y declive de aquel a quien conocen
como “el descubridor de Dámaso Pérez Prado”.
Montada
en siete capítulos que dan lugar a ciento sesenta y seis páginas, la novela –
para utilizar una expresión de Sonia Chocrón -, fue haciéndose a “fuego lento”,
como se hace todo aquello que implica la presencia del verdadero amor. El autor
asume la narración desde la personificación de un periodista, Raúl, a la sazón
hombre ligado a un medio televisivo que no es otro que Radio Caracas Televisión
y su encuentro con Paco Chapman quien le cuenta la historia relativa al famoso Mambo
de King Kong cuyo arreglo para orquestación fuera realizado para
Mendive por Pérez Prado en la ciudad de México a finales de década de los
cuarenta del siglo pasado.
La
novela da cuenta de las peripecias existenciales de Kiko Malanga, personaje que
en el texto representa a Mendivil, en un juego literario que no solo lo asoma
como personaje principal y ficticio de la obra sino a la vez, con la propia
presencia de Mendive en el escenario y contexto de esta creación ibseniana. Un pasaje
ralentí por su juventud en la Habana; su vida artística en México donde Mendive
tuvo participación o al menos reconocimiento de créditos en unas treinta filmaciones
reconocidas entre 1942 y 1956, y sus llegadas a Venezuela, la primera, en 1948,
como parte de una revista musical en la que también participaba, entre otros
famosos de ayer, Olga Guillot; y la segunda, en 1952, cuando definitivamente se
instala en el país.
Si
el perfil artístico cultural de Mendive es fundamental en la novela, el autor
recrea los hechos del “Caracazo”, ocurridos el 27 y 28 de febrero de 1989 y,
ubica a Malanga como participante en esos eventos que constituyen la arista
social de la narración sin dejar de lado la arista política, que también es
objeto de consideración y descripción por parte de Martínez, particularmente en
lo que atañe a la situación de “Numberone”, es decir, Carlos Andrés Pérez y
como vive esa circunstancia el narrador de la historia y su relación con Wanda,
periodista del canal; Aurelio
Santolongo, Gerente General del mismo canal
y Elsa, esposa de Raúl luego de que este concluyera su affaire amoroso con
Wanda.
Por
otro lado, forman parte de la trama, personajes como el ya nombrado Chapman, quien no solo es empleado
del canal sino que vive en las instalaciones del mismo donde se origina su amistad
con Raúl, el Narrador de la historia. También los amigos de Kiko Malanga: Toto,
músico; Napoleón Chiclayano, atleta experto de lucha libre y Alonso Braña, El Jabao,
amigos de Kiko quienes le visitan la noche en que habrá de morir en el
hospital. La China, pareja de Mendive y la Sra. Mercedes, quien en momento anterior fuese su pareja del
momento y su hija, casa de esta última a la cual se dirigía Malanga cuando
quedó atrapado en medio del fuego cruzado entre francotiradores y militares en las
adyacencias de Pagüita. Luego, el más inocente de todos, Victor, hijo de
Malanga. La médico Consuelo Antuna quien recibe y atiende la emergencia de Kiko
Malanga y a su vez, ha sido Señorita Venezuela en 1988.
En
el reparto de roles también aparecen, Yogi, el cámara de Wanda. Fernán, hermano
de Raúl y músico. Angélica Cobos, profesora de la Facultad de Humanidades de la
Universidad Central de Venezuela. Mordecai Insam, propietario de la tienda de
equipos musicales en la que encontró a Kiko Malanga saqueando y de la cual
finalmente extrajo un teclado Casio. Raquel, hija de Raúl y estudiante de
música. Efrén, primo de Raúl. Teresa, madre de Raúl y Frank Quevedo, entre
otros, quien finalmente caso con Wanda y quedaron viviendo en Estados Unidos.
Como señalo en cada una de las oportunidades en las
que doy vida a estas notas sobre la literatura venezolana de estos tiempos, no
soy crítico literario ni he tenido estudios de ninguna naturaleza, formal o
informal sobre literatura y letras, más que las recibidas a lo largo de mi
formación en la escuela primaria y en el liceo. Lo que aquí presento no es otra
cosa que mis impresiones como lector lego acerca de lo leído y lo que ello ha
descubierto en mí y para mí. En ese sentido he apuntado que me parece un texto
transparente en cuanto hay en ella una claridad que no deja lugar a dudas en
cuanto a lo que el autor desea poner frente a nosotros el autor. Opino que es una
obra limpia en cuanto el autor dispuso su argumentación hilvanando un círculo
perfecto desde principio a fin en el que los tiempos, pausas y cambios de
escenarios narrativos se suceden de manera secuencialmente perfecta, no
quedando en el lector ninguna duda en cuanto al camino que transita durante la
lectura e interpretación del texto. En el capítulo cuatro, Martínez desarrolla
una mezcla de relatos en tiempo pasado y tiempo presente, vinculando los hechos
que ocurren en la película que se supone se está viendo en tiempos actuales
después de su filmación sesenta o setenta años antes.
Vistos
el contexto, los personajes y la parte sustantiva de la trama, cabe señalar las
notas que surgieron y fui apuntando sobre el mismo texto, a medida que avanzaba
en la lectura. Ibsen Martínez, autor y creador de alta factura y amplia experiencia
nos pone a pensar en el hecho de que “jamás
nos enamoramos de un cuerpo sino de un carácter.” (p. 30) y que haya chics
capaces de vivir solas, una cuestión a la que no se acostumbran muchos hombres
y viven saltando de la rama de un árbol a otro para no estar nunca solos en
materia de afectos y amoríos.
Igualmente el autor nos lleva a una reflexión sobre
la economía del saqueo en la
que los saqueadores buscan los bienes de mayor valor en el mercado, los cuales
pueden transar rápidamente y en medio de una dinámica que les permite regresar
casi de inmediato al sitio donde este se lleva a cabo. (pp. 33 – 34). Nuestros
políticos, satisfechos con la posesión de una “sabiduría convencional sobre el mundo y las leyes que lo rigen,” (p.
37) Cita y nos invita a la lectura del libro Lugar común la muerte escrito
por Tomás Eloy Martínez (p. 40).
Escribir esta novela le llevo más de veinte años a
Ibsen, desde el momento inicial en que la concibiera como posibilidad
literaria. Un documento, la partitura arreglada por Dámaso Pérez Prado para la
orquesta que Kiko Mendive pensó crear con él en el México de los años cuarenta abre
la inventiva y da lugar a la narración que en el capítulo cinco, páginas 115 –
116 dispara el pensamiento sobre hechos que son ciertos, tal es el caso de que ninguna organización subversiva se
hiciera responsable de los hechos de febrero de 1989; las posibilidades hipotéticas
de que esos eventos hubiesen sido dirigidos desde la participación del G2
cubano o las semejanzas que guardan, la realidad de aquellos días con los que
vivimos actualmente y que ponen en boca de El Jabao: “- ¿Quieres que te diga
una vaina? NumberOne no termina el mandato: esto se puso jediondo a
golpe militar – dijo y bajó del carro. Boca de sapo.” (p. 116)
De allí que
personalmente piense que hemos estado viviendo una transición desde 1998, como
en efecto viene ocurriendo, e incluso desde antes, desde 1992. La cuestión es
que ello me lleva a plantearme ante los eventos que van de diciembre de 2012
hasta el recorrido actual en 2013: ¿Hacia dónde?
Finalmente, la cuestión del rating televisivo y la explotación de las miserias humanas
(pp. 147 – 148) y el hecho de que si la
mala suerte existe, la vida de Kiko Mendive es fiel reflejo de ella. Mala suerte como la canción que
canta Henry Fiol. Cuando hacia el final, la vida pareciera darle una nueva
oportunidad y abrir camino a sus años de despegue a la eternidad, la vida de
Malanga experimenta una nueva penuria con el caso de la ficción envuelta en la
adaptación de la novela Campeones de
Guillermo Meneses, ocurren los hechos en los que Taffy, el perro entrenado en la lucha antidrogas termina cargándosela
porque cuando uno esta de malas, hasta los perros lo mean, que en este caso
fue, arruinarle el final de vida artística a Kiko Mendive. Mucho del contenido
de las páginas 157 y 158 reflejan muy cerca algunas características de mi
personalidad.
BIBLIOGRAFIA
MARTINEZ Ibsen (2013) Simpatía
por King Kong. Planeta. Caracas
Wikipedia
La enciclopedia libre (2013). King Kong (Película
de 1933). [Documento en línea] Disponible en el Portal Web: http://es.wikipedia.org/w/index.php?title=King_Kong_(pel%C3%ADcula_de_1933)&oldid=66472635. Consulta realizada el 1 de julio de 2013
Youtube
(2013) Mala suerte (Canción
interpretada por Henry Fiol.) [Documento
en línea] Disponible en: www.youtube.com/watch?v=Ob7nO-wtP08 Consulta
realizada el martes 2 de julio de 2013.
[1] [1] En
1912 se conoce la novela de Arthur Conan Doyle, El mundo perdido.
Posteriormente, este género literario se ve reforzado en su interés con la
publicación de La tierra que el mundo olvido, escrita por Edgar Rice Burroughs,
en el año 1918, la primera de ellas llevada al cine en 1925 por el mismo equipo
de efectos especiales que trabajara en King Kong, el cual estaba bajo la dirección de
Willis O´brien.
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