Del “origen”
al desempeño o el tránsito hacia una tiranía fallida y forajida (I)
El problema
actual, abril 2017
Un axioma
funcional en la solución de problemas, particularmente cuando se trata de los
conflictos y soluciones negociadas para resolverlos, señala que aceptar la
existencia de un problema representa la mitad de las posibilidades en cuanto a
que el mismo pueda quedar superado. Para enfrentarlo se hace necesario aunque
no suficiente, que el mismo este formulado válidamente y las variables que lo
erigen en tal, puedan ser adecuadamente manejadas a los efectos de alcanzar los
acuerdos que hayan de poner fin al mismo.
Traigo la
idea a colación por cuanto considero que para algunos dirigentes de la
oposición que se encuentran ocupando posiciones privilegiadas, tal es el caso de
ciertos diputados a la Asamblea Nacional, la
coyuntura política que vive el país luce borrosa en sus explicaciones,
tan opaca y falta de transparencia como la visión que de su propia gestión
tiene el gobierno nacional actual. Ello ocurre por cuanto en general, mucha de
la dirigencia del país luce escasa en sus capacidades para el conocimiento e
interpretación de la realidad, en las vertientes de la complejidad que la contextualiza.
Luego de la
deformación que del manejo del dialogo ocurrido a finales del año pasado entre
oposición y gobierno hiciera este último, la Mesa se la Unidad Democrática y la
dirigencia opositora en general quedaron muy mal posicionadas ante la opinión
pública del país, al extremo que las más recientes encuestas evidenciaron una caída
de catorce a quince puntos desde noviembre del año 2016, mermando el caudal
electoral alcanzado por este sector político que, apenas en diciembre de 2015 había
alcanzado en las urnas electorales la mayoría calificada (Dos terceras partes)
de la membrecía representacional del país ante la Asamblea Nacional con un
total de 112 diputados frente a 55 logrados para un oficialismo totalmente
agotado por las condiciones objetivas de la realidad en la que se encontraba y
encuentra aun hoy y en peores condiciones, la población venezolana.
De aquel
dialogo surgieron cuatro o cinco peticiones formales que presuntamente habían
sido acordadas en el mismo ante la veeduría e intermediación internacional
encabezada por la representación del Estado Vaticano. Reconocimiento y decisión
inmediata de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia que, no
entendemos porque ese organismo y no el Consejo Nacional Electoral que los
proclamo y hasta ahora no ha hecho nada en contrario, respecto a los cuatro
diputados electos el 6 de diciembre de 2015 por el estado Amazonas; El
reconocimiento funcional y en cuanto a sus competencias, de la Asamblea
Nacional, tal cual lo establecido en la Constitución de la República, cuestión
que también ha sido sentenciada desfavorablemente
por el Tribunal Supremo de Justicia; El
cronograma electoral de cara a la vencida elección de gobernadores de
estado y consejos legislativos regionales; La liberación de los presos políticos
y la apertura de los canales humanitarios internacionales para la superación de
los problemas de escasez de alimentos y medicamentos.
Al final, una
suma de decisiones y acciones de la alta gerencia pública del país, en términos
de administración política que pongan en evidencia las bases institucionales de
la democracia en cuanto a la separación e independencia de los poderes públicos,
una cuestión de orden operacional en relación con la vigencia de la democracia
en términos de a descriminalización de la política y persecución al pensar disidente
y medidas de carácter humanitario. Todo ello en la conformación de un cuadro de
avanzada hacia la recuperación de la ya perdida gobernabilidad del país. No es
ni ha sido responsabilidad de la MUD ni de la oposición, el que el Estado, bien
a través de Ejecutivo, bien a través de otros poderes públicos como el TSJ y
CNE hayan tomado decisiones jurídico políticas cuya esencia desnaturaliza e
incluso niegan el espíritu, propósito y razón del texto constitucional que a
titulo de Contrato Social Rousseauniano, rige la
vida en el marco de convivencia política, económica y sociocultural venezolana.
Ahora bien, si ya esos
condicionamientos constituían expresión de una situación que a todas luces
ubicaba al gobierno en una categoría de análisis que a decir de Kaiser y Álvarez
es a todas luces de carácter faciopopulista[1],
dado que entre otras cuestiones se trata de un gobierno que desprecia la
libertad individual e idolatra al Estado, se autocalifica de anti neoliberal, detenta
pretensiones democráticas a la vez que
exalta un igualitarismo que niega en la realidad, amén de sus deseos de imponer
una tipología de gobierno signada por la hegemonía totalitaria en los más diversos
planos de la vida nacional, lo peor ha devenido de manera reciente con las
sentencias 155 y 156 del TSJ, las cuales, consideradas y analizadas por la
Fiscalía General de la República fueron denunciadas por la titular de ese
organismo, parte del Poder Moral Republicano, como decisiones al margen de la
constitución y que en tanto ello, vulneran el Estado de Derecho al vulnerar,
como señalábamos líneas arriba, el texto de Carta Magna y consecuentemente como
lo afirmara la Fiscal, se vea alterado el orden constitucional de la República.
Es precisamente este último acápite
el que lanza por los aires la gobernabilidad que a duras penas y entre idas y
venidas del gobierno y oposición se había sostenido en Venezuela. El pueblo –
masa que se identifica con la oposición al igual que parte de aquel que lo ha
venido haciendo con el gobierno han devenido en “multitud”[2]
donde cada quien, hastiado de tantas y tantas vicisitudes vividas bajo el ámbito
gubernamental del régimen actual ha decidido salir a las calles para protestar
por el cuadro de cosas que padecen a la vez que exigir la restitución inmediata
del orden constitucional que a título de autogolpe ha precipitado la dinámica política
actual de manos del TSJ y sus ya referidas sentencias. La situación hoy ha
llegado a extremos tales que el pueblo de a pie ha sobrepasado a la dirigencia
y a los partidos políticos de oposición, obligándoles a programar actividades
de protesta que ya habían sido de hecho suspendidas por el asueto de Semana
Santa y llevadas al miércoles 19 de abril, para mantener viva la protesta y el
calentamiento de la calle, de cara a la mega marcha de ese día, que por ahora
se avizora bajo amplias sombras de incertidumbre con posible e inevitables
consecuencias para la continuidad de la
vida en paz que reclaman todos los venezolanos sin excepción, a lo cual
se niegan y han negado de manera reiterativa los gobiernos que bajo el epíteto
de revolución[3],
han hecho presencia continuada en el país durante las dos últimas décadas.
[1]KAISER Axel y ALVAREZ Gloria (2016).
El engaño populista. Porqué se arruinan
nuestros países y cómo rescatarlos. Ariel. Caracas
[2] HARDT Michael
y NEGRI Antonio (2004). Multitud.
Debate. Barcelona. España.
[3] Real
Academia Española (2017). Diccionario de la Lengua española. Edición del
Tricentenario. [Documento en línea]. Disponible en: http://dle.rae.es/ Consulta realizada el domingo 16 de abril de
2017. Atender su cualificación 3. m. Expresión
calificativa usada como elogio
o, más frecuentemente,
como insulto. En
la discusión se
oyeron los más variados epítetos.
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