Trescientos años de calma ¡No bastan?
Los venezolanos reconocemos como fecha de inicio a nuestro proceso
independentista el 19 de abril de 1810.
Para ese momento, el germen de la emancipación que habría de culminar
con la independencia de Venezuela del Reino de España, para asumir el
establecimiento de la república como ente jurídico – político llamado a la
construcción de una República liberal y democrática para la sustitución de la
monarquía y el carácter colonial imperante en la Capitanía General de Venezuela,
cuajaba las simientes precedentes de los movimientos insurreccionales y
libertarios que se habían sucedido desde el primero, en 1795 con José Leonardo
Chirinos a la cabeza y los que se produjeron con posterioridad.
En 1797 fue en la Guaira, Pedro Manuel Gual y José María España[1]
dieron lugar a un movimiento conspirativo cuyo fracaso les llevo a huir al exterior
en un recorrido que les llevo por las Antillas.
Ofrecida cuantiosa recompensa por la captura de ambos, ello no evitó que
en 1799 España regresara clandestinamente a la Capitanía General de Venezuela
donde fue detenido en la Guaira, enviado a Caracas y condenado a pena de muerte
por parte de la Real Audiencia. Su ejecución tuvo lugar el 8 de mayo en la
Plaza Mayor de Caracas luego de haber sido torturado, y descuartizado con
posterioridad a su ejecución. La suerte de Gual no fue distinta en cuanto a
final, cuando murió envenenado por un espía en Trinidad, donde se encontraba
para el 25 de octubre de 1800.
La conspiración de Gual y España, inspirada por
desterrados hispanos que habían conspirado en contra del Rey de España y
traídos prisioneros a la Capitanía, fue hasta ese momento, la de mayor riqueza teórica
y conceptual con objetivos concretos establecidos en las ordenanzas suscritas
por ambos, para propiciar un cambio revolucionario que incluía entre otras
cuestiones, la emancipación política, implantación del sistema republicano,
libertad de comercio, igualdad de razas e independencia de los esclavos.
Comparan la situación de los habitantes de la Capitanía con los del norte de
América en los términos siguientes:
Haced os pintura
de la situación de los habitantes del Norte de esta América. Son ricos e
independientes; codician su alianza las potencias de Europa. Haced comparación
de vuestra población con la de aquella nueva República, y sacaréis que la
naturaleza se complace en poblar los campos de la libertad, cuando le es
doloroso y contra su institución el incremento de esclavos. Los desiertos, la
soledad y el silencio son las consecuencias de la Tiranía en todo el Universo.[2]
Si el de Chirinos fue un movimiento de los esclavos, el de Gual y España
lo fue de carácter más universal, si bien los mantuanos no fueron parte ni se
hicieron presentes en el mismo. De hecho, el ideario del movimiento
conspirativo dejaba ver con claridad las
intenciones de los complotados en un documento que lleva por título Los derechos del hombre y del ciudadano.
Se considera que esta conjura es la de
mayor contenido teórico, carácter orgánico y perfecta definición de ideario y
fines, de todos los movimientos precursores de la independencia de la América meridional. Antes de 1810, otros movimientos importantes
lo fueron el de Francisco Javier Pirela en 1799 y la Conjura de los mantuanos en 1808 además de las expediciones
marítimas al mando de Francisco de Miranda.[3]
Llegado el jueves santo de 1810, la sociedad venezolana de entonces,
conformada por blancos hispanos, blancos criollos integrantes de mantuanería caraqueña y miembros de otras clases sociales de menor interés
político aunque si económico, como lo
fue el caso de los pardos, se pronuncian en contra de la continuidad del sometimiento
de la Colonia que éramos; los mantuanos
reclaman derechos y propugnan el desconocimiento de la autoridad del Capitán
General Vicente de Emparan, de la voluntad de Fernando VII y del Reino de
España. Se asume así, la declaración de nuestra independencia, la que habrá de
hacerse letra viva en las actas del Congreso suscritas a partir del 5 de julio
de 1811, no sin que antes mediaran discursos de significación histórica, como
aquella encendida proclama que en el seno de la Junta Patriótica, la cual
habíase conformado como consecuencia de los sucesos de abril del año anterior, fuera
pronunciada el 3 de marzo de 1811 por un joven mantuano, Simón de la Trinidad
Bolívar Ponte y Blanco, cuya brevedad contrasta con la profundidad de su
contenido:
No es que
hay dos congresos. ¿Cómo fomentarán la división los que conocen más la
necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva y para animarnos
a la gloriosa empresa de nuestra libertad. Unirnos para reposar, para dormir en
los brazos de la apatía; ayer fue una mengua, hoy es una traición. Se discute
en el Congreso Nacional lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? Que
debemos comenzar por una confederación, como si todos no estuviéramos
confederados contra la tiranía extranjera. Que debemos atender los resultados
de la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a Bonaparte sus
esclavos o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Estas dudas son
tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben
prepararse en calma! Trescientos años en calma, ¿no bastan? La Junta Patriótica
respeta, como debe, al Congreso de la Nación, pero el Congreso debe oír a la
Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios.
Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar
es perdernos.[4]
Ahora bien, se refería Bolívar los proyectos de libertad y de
república que moraban en mente de los
criollos. Los ejemplos de que disponían, más allá del ámbito de los imperios,
eran en gran medida exitosos, para nada disponían de experiencias previas
ancladas en el aquel pasado de entonces. De haberse dado esas circunstancias en
torno a modelos fracasados, seguramente Bolívar hubiese sido aun mucho más
vehemente en sus apreciaciones y los habría condenado con toda la fuerza de sus
ideas basadas en las virtudes, conocimiento y felicidad del hombre, y con lo más encendido de su verbo.
Hoy, la dinámica cronológica y temporal que subyace como base
de cambios y transformaciones sociales no da para que un conglomerado histórico
concreto en el contexto global, alimente expectativas y esperanzas a
trescientos años, ni a doscientos o cien años, cuando la planificación y
prospectiva nos llevan adelante en el tiempo, y las tendencias actuales
apuntalan temporalidades de no más de treinta años. Decir veinte años en contra
parodia a Gardel, no es que sean nada,
NO!, es que son muchos, demasiados, cuando de cara al horizonte, las
experiencias que nos alientan redimen el fracaso general y el depauperamiento y
sufrimiento de la gente, en procura de un paraíso terreno que, cual Dorado en
el ayer de la conquista y colonización, hoy, en la postmodernidad, es sinónimo
de codicia, de muerte y de entrega de soberanía política y territorial, aquella
de la que tanto se alardea sin disimular su entrega a cambio de una realidad
trastocada en espejismo del siglo XXI.
[1]
REY Juan
Carlos, PEREZ PERDOMO Rogelio, AIZPURUA AGUIRRE Ramón y HERNANDEZ Ariana. RODRIGUEZ
CAMPOS Manuel [Coordinador] (2007) Gual y
España. La independencia frustrada.
Caracas: Colección Bicentenario de la Independencia, Fundación
Empresas Polar, Academia Nacional de la Historia, Universidad Central de
Venezuela, Universidad Simón Bolívar, Universidad Católica Andrés Bello,
Universidad Metropolitana, La Universidad del Zulia, Universidad de Los Andes y
Universidad Cecilio Acosta.
[2]
WIKIPEDIA (2018). La conspiración
de Gual y España. [Documento en línea] Disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Conspiraci%C3%B3n_de_Gual_y_Espa%C3%B1a Consulta realizada el lunes 29 de octubre de
2018
[3] HERRERA SALAS Jesús María (2003) El Negro Miguel y la primera revolución venezolana.
La cultura del poder y el poder de la cultura. Vadell Hermanos. Caracas
En este libro, el autor ubica el primer
movimiento por nuestra independencia del Reino de España en diciembre de 1552 y
comienzos del año siguiente cuando Miguel del Berrio, conocido como “El Negro
Miguel” o como el “Rey Miguel” encabezo la revolución de Nueva Segovia de Buría
en territorio de los indígenas Jiraharas, territorios que hoy se encuentran comprendidos
en el estado Lara, concretamente en la población de El tocuyo.
[4]
BOLIVAR Simón (1811). Discurso pronunciado ante la Junta
Patriótica el 3 de marzo de 1811. [Documento en línea] Disponible en: http://www.beersandpolitics.com/discursos/simon-bolivar/discurso-ante-la-junta-patriotica/1566 Consulta realizada el lunes 29 de octubre de
2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario