A riesgo de pecar y ser señalado
por los sectores comerciales he de decir en primer lugar, que desconozco la
existencia legal de alguna norma que faculte a cualquier establecimiento
comercial para que su personal de vigilancia revise las compras, una vez que el
cliente ha cancelado en caja. En primer
lugar vale señalar que las cajas se ubican muy cercanas a la salida por lo que,
toda persona atenta a los puntos de pago, puede perfectamente darse cuenta si
el cliente tomó lo que pago y viene a la salida.
En lo personal, considero que
esa conducta de la empresa comercial aplicada a los clientes, nos deja muy mal
sabor de boca cuando nos corresponde actuar conforme al rol de comprador. Lo
digo porque lo que hacen los “vigilantes” en la puerta es ver la factura sin
husmear minuciosamente en el contenido de las mismas para dar cuenta si se ha
producido algún incidente de sustracción de mercaderías del comercio, entre los
pocos pasos que medan desde la caja hasta la puerta de salida.
En todo caso, como detectar si
el cajero dejo de cobrar y pasar por caja algunos productos en favor de un
cliente amigo o un compinche cuadrado para robar en el negocio en términos de
cierta formalidad. Las boticas utilizaban un gran espejo estratégicamente
colocado en el interior del negocio, a través del cual el cajero, el vigilante
o sencillamente el dueño del establecimiento comercial, supervisaba y daba
cuenta de que todo estuviese funcionando conforme puertas adentro y los
“clientes” no abusaran de su condición sustrayendo productos, de manera
clandestina o, dicho en términos claros
y raspao, robando.
No
es que todos los clientes pertenezcan a la orden de las Carmelitas descalzas,
de ninguna manera. Hay clientes o en otros términos, hay ladrones que acuden a
los locales de menudeo con el objeto de robar mercancías. Hace unas semanas
presencie, en la puerta de salida de un supermercado, un forcejeo vigilante –
cliente compradora que venía saliendo sin comprar nada y en el agarrón se le
caían todo cuanto traía camuflado bajo las ropas.
Luego,
de manera inmediata y desesperadamente buscaba una hojilla dentro de su
monedero y lo gritaba advirtiendo al vigilante que le iba a cortar la cara,
obviamente por haber sido capturada infraganti en situación de robo al
supermercado, y no era cuestión de necesidad, como justificaba Chávez había de
pasarlo por alto entendiendo que de la misma manera el Estado Venezolano ha de
pasar por alto los 750.000.000,00 de dólares que una de sus hijas, con
dirección en la embajada venezolana en la capital norteamericana había logrado
ahorrar quien sabe conque ingreso.
Observo
recientemente en las redes la publicación de información alusiva a estos
procedimientos policiales y comerciales cuya justificación puede ser entendida
pero jamás compartida en cuanto se trata de meter en un mismo saco a tirios y
troyanos, gente de bien y ladrones, lo cual no asidero legal de ninguna
naturaleza y corresponde a cada establecimiento comercial velar porque desde y
en su interior no se genere sustracción ilegal o supracomercial de bienes de
ninguna naturaleza, los compradores honestos para nada son responsables de la
existencia d ladrones y por tanto, han de rechazar esta situación que los deja
ver como si todos, en el seno de la sociedad venezolana militaran en bandas de
pillos. Como diría Omar Lares, “se cansa
uno”.
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