Como parte de
los contenidos de alguno de los cursos que dicto a nivel de postgrado y, ante
los múltiples problemas que expresan las féminas que realizan estudios de
tercer y cuarto nivel en nuestras universidades, lo cual lejos de constituir el
camino hacia nuevos logros intelectuales y profesionales con sus respectivas
repercusiones laborales y económicas se convierte en un verdadero calvario
familiar, particularmente en el caso de aquellas que conviven en relación de
pareja; aunado ello a mis lecturas, reflexiones e interés por adentrarme en el
alma de lo femenino, decidí establecer talleres y segmentos de contenidos
programáticos orientados a la formulación de sus respectivos “proyectos de
vida” con base en las orientaciones derivadas de sus vivencias y las
experiencias femeninas en general respecto al hecho de su movilidad y
desplazamiento sobre el segmento “De virgen a bicha”, título que evidentemente tiene
relación y conexión con un “grafiti” existente en la Urbanización Vista Hermosa
de Ciudad Bolívar, el cual da lugar al encabezado de esta reflexión.
Lo de “virgen”
se me ocurrió como consecuencia de la lectura del primer libro publicado por
Vivian Sleiman (Virgen a los treinta), el cual causo revuelo debido a que para
el común de nosotros los mortales, en un contexto eminentemente machista, viene
a resultar poco menos que una hazaña heroica que una mujer con los atributos de
la señorita Sleiman, hubiese mantenido intacta su himinea virginidad hasta los
treinta años de edad y luego de varias incursiones amorosas que la llevaron al
umbral de la entrega, inconclusa por causa de que los cuasi amantes para con quienes
existió tal disposición, pecaron de trogloditas emocionales ante algo que no se
pide y menos aun, se solicitan muestras de la existencia cierta de la membrana,
cuando ese asunto se resuelve por vía de la “toma” amorosa, paciente y
consciente de la importancia y plenitud del primer acto amatorio para una
mujer. Todo esto, a decir de la autora del citado libro, y no como lo hizo
aquel joven nativo de Punta e´ Piedra que despacho el asunto exigiendo a su
amada esposa en noche de bodas que nada de ir al baño, que se desnudara,
lanzara sobre la cama y abriera las piernas porque lo que iba era a llevar
“piiiii” del bueno hasta el día siguiente en abierta contradicción con lo que
hubieron vivido sus dos hermanas, casadas y desfloradas esa misma noche por dos
caballeros de refinada calidad amatoria.
En cuanto a lo
de “bicha”, fue la consecuencia de otra lectura venida de mano femenina. Ana
Flor Raucci había escrito unos dos libros hasta que publico un tercero titulado
Se
infiel y disfruta, en que expresa las razones que le llevaron de ser
una mujer cuatro por cuatro, exitosa, aguantadora de “cachos” de todo tipo y
calibre y por encima de todo fiel a cada una de las relaciones de pareja que vivió en momentos diferentes,
hasta que obstinada de tal situación decidió que se lanzaba al disfrute de la
vida por vía vaginal, dando rienda suelta a deseos y ganas de fornicarse a
quien atravesado en su camino, le resultara de interés a sus cuitas amatorias
en el plano de lo erótico y sexual, más que de la entrega, del hecho de
afirmar, ¡me lo cogí!. Dos formas y maneras que cual antípodas a ciento ochenta
grados expresan el sentir del alma de la mujer ante la sociedad y sus
requerimientos en tiempos de cambio y “tempos” de transformación evolutiva hacia la
independencia de lo femenino.
Y me refiero a
lo femenino y no al feminismo porque expresan dos ideas totalmente diferentes.
Lo femenino representa a la mujer como expresión de lo más íntimo de su género.
Lo femenino alberga la esencia arquetípica y atemporal de Hecate, Kore y
Demeter; lo femenino concluye en la expresión final del atractivo de toda mujer
en términos de integración e integralidad. Por el contrario, el feminismo da
cuenta del menosprecio de la mujer hacia el hombre y abre las compuertas a su
necesidad de enfrentarlo, en lugar de procurar la integración de ambos; de
manera similar se comporta el machismo en contra, no solo de la mujer, sino de la
hembra, quien a fin de cuentas representa la encarnación del deseo y la
satisfacción compartida en los planos del amor, el erotismo y la sexualidad,
hablando, obvio esta, en términos de la relación inter genérica del nudo
complejo hombre – amor – mujer / macho – deseo – hembra.
Es en el
complejo de esos nudos complejos que el planteamiento de la mujer libre, sin
alcanzar los ribetes de puta o santa asume toda la fuerza expresiva de su
contenido ideográfico y conceptual y ,
lo más importante, humano. Visto así, es un señalamiento inclusivo en la
perspectiva evolutiva de la humanidad hacia el encuentro del hombre y la mujer
para la procura constructiva de un mundo mejor para todos, en el aquí y en el
ahora…
Bibliografía:
Raucci A. F.
(2008) Se infiel y disfruta. Martínez
Roca – Planeta. Caracas
Bismarck Ortiz
Rondón / V: 3627220
Lecherias, 10 de
enero de 2015
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