La
política venezolana: ¿Un nuevo bache electoral; 22, 23, 24?
¡Unidad
de factores, visión compartida!
De nuevo la política venezolana se encuentra
ante un nuevo bache electoral, en este caso presidencial, de cara a escenarios
cuyo desarrollo se afinca prácticamente en la continuación del reciente proceso
vivido entre noviembre de 2021 y enero de 2022. Ahora bien, una interpretación
alquímica del mismo, en tanto piedra filosofal capaz de transformar la crisis
en oportunidad al despliegue de
aperturas hacia transformaciones que progresivamente conlleven al cambo real de
la situación actual del país, ello pasa por concretar la alta y cansinamente
invocada, deseada, vituperada y no
alcanzada unidad de factores, de cara a procesos presidenciales. Anteriormente
y atenidos a los resultados alcanzados, solo han habido muy malos amagos. ¡La
oposición, va a elecciones presidenciales!, nada que ver con los
procesos de mayo de 2018.
Ahora bien, al respecto y no instalada la
opción del participar o no participar, tampoco cabría la subsiguiente en cuanto
votar o no votar. Sin embargo, cabe precisar que el bache pareciera ubicarse
allí, desde la perspectiva de que, al decidir hacerlo, cabe preguntarse por
quien hacerlo. Entonces estamos ubicándonos en un segundo nivel de la pirámide,
apreciándola desde arriba (Planificar y organizar) hacia abajo (Dirección,
requerimientos logísticos, ejecución y evaluación – control -
retroalimentación), planteado así desde lo eminentemente técnico, se precisa
superar mediante acuerdos, la premisa política que ha de sostener las acciones
y tareas inmanentes a dicha participación, no por el hecho de participar sino
con la única meta posible que ha de planteada: GANAR la presidencia
de la República por parte de la oposición democrática venezolana.
Para ganar las presidenciales se hace
necesario llegar al MOMENTO ELECTORAL con la mayor cantidad de fuerzas,
uniformemente direccionadas en un contexto que de por sí, luce y es, desde la
perspectiva de los indicadores actuales de opinión pública, altamente favorable
al logro de nuestra segunda meta. La primera, GANAR, solo es y será
posible concretarla en el marco de un proceso pre-electoral presidencial que
solo exige de la oposición, hablar con la verdad y la sinceridad suficiente que
facilite el acercamiento multivariable y
polifactorial de aquellas aristas que nos unen en cuanto a un resultado que
deviene en deseado y esperado por todos: Cambiar el rumbo político, económico y
sociocultural de una realidad llamada Venezuela. Eso pasa por deponer y
cambiar actitudes, asumiendo el marco situacional del país tal se encuentra
planteado en el actual escenario
– país.
La oposición no ha dado con formulas que le
permitan o hayan permitido amalgamar las diferencias existentes en cuanto a la
visión policromática del mundo desde los diferentes ángulos de la
multisectorialidad que la ha llevado a deconstruirse en auténticos cuartos estancos.
No se trata de que haya diversidad de “visiones – mundo y realidad”, NO¡, ese no es el problema,
porque así es la realidad. Del negro al blanco y este último extremo, el
correspondiente a las difracciones del blanco, donde se ubican todas,
absolutamente todas las tonalidades de la policromía después de la que
corresponde a la escala infinita de grises sin entrar a considerar las
tonalidades energético vibracionales del infrarrojo y el ultravioleta,
vaya¡ menudo problema el que tenemos por
delante. Diversidad colorimétrica y consecuentemente, de intereses, que han de
ser conjugados en un único objetivo y su meta correspondiente: Superar
la dictadura en un proceso electoral presidencial.
Sin embargo, la cuestión, aunque
complejamente humana, es más sencilla que lo expuesto en el párrafo anterior
por cuanto en este ámbito depende de dos cuestiones básicas y esenciales:
Voluntad para ponerse de acuerdo por encima de las diferencias en el marco de
la diversidad, como lo hemos apuntado, lo que bien conocemos como VOLUNTAD
POLITICA que conduce a establecer criterios unificantes y unitarios,
que no homogeneizantes y, humildad, liderazgo, credibilidad y
desprendimiento para reconocer al otro, la otredad, y asumir que
individualmente no somos dueños de la verdad absoluta y que la aproximación a
los absolutos de la verdad se construye mediante acercamientos sucesivos en los
que un paradigma, compartido, asumido por los pares,
supera al anterior y permite avanzar en función del todo, por encima de
multivariabilidad de las diferencias. COMPARTIR, en este caso, una visión
de país anclada en el bienestar colectivo de la sociedad venezolana en el seno
de un devenir signado por su heterogenización.
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