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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

martes, 14 de mayo de 2013

Universidades Oficiales: Paro Nacional Indefinido (2)



Sin ánimo de asumir el rol de abogado del diablo, me referiré por segunda vez en apenas cuatro o cinco días, a la situación que en este momento enfrentamos los docentes universitarios, particularmente los que laboramos en universidades autónomas, debido a la pérdida de nuestro poder adquisitivo, del cual la mejor expresión es el salario.
 
Cuando me inicie en la actividad laboral, mi primer sueldo fue de Bs. 3.400,00 que, al  cambio de $ 4,30 por bolívar representaban aproximadamente 790,00 dólares. Hoy, devengo el sueldo de un profesor titular y su equivalencia al cambio actual puede estar entre $ 890,00 y $1.269,00  si hablamos del cambio oficial, valor de intercambio en cuya banda de flotación no es posible obtener divisas a menos que seamos funcionarios de confianza en el alto gobierno del país, lo cual dista mucho de representar la media de los docentes a los que me refiero. Al cambio que pudiéramos acceder, nuestro salario esta en el orden de $ 380,00, asumiendo el costo mínimo de la divisa en el mercado negro al día en que escribo estas líneas.

Después de treinta y ocho años de trabajo, con estudios de especialidad, maestría y doctorado y desarrollando algunas actividades para la universidad en las que trabajo, aparte de dictar clases de postgrado, el sueldo se debate entre una caída del 58,00 al 70,00 por ciento. Hoy gano menos que cuando me inicie en la actividad laboral a los 24 años de edad y recién graduado, en una empresa privada que pagaba buenos salarios y losmantuvo luego de su nacionalización. Sin duda, razón de peso para asumir la defensa del salario y hacer valer la vigencia de las hoy olvidadas normas de homologación, por parte de un gobierno que pretende, a través del manejo diferencial de las mismas, promover la división al interior de la membrecía de las comunidades universitarias de corte autónomo. 

Sin embargo, cabe una pregunta en cuanto a las herramientas de lucha que en este momento están colocadas sobre la mesa de toma de decisiones por parte de la dirección nacional del reclamo y los conflictos asociados. Se trata del paro nacional indefinido. ¿Valdrá la pena arriesgar el cierre de las universidades autónomas en la aventura de una herramienta de reclamos reivindicativos que, en caso de fracasar echara por la borda y sin expectativa alguna, toda posibilidad de reclamos posteriores?  En mi entrega anterior no toque de manera directa el tema. Exprese el porque de esa decisión de mi parte. La decisión tiene mayores efectos sobre el personal activo, más que en el caso de los jubilados. Por tanto, la mayor parte de la responsabilidad y el peso de la decisión corresponde a quienes hoy “sudan” sus gargantas día a día en las aulas.

Si me corresponde decidir, considero que en el contexto de la situación que  vive el país, lo mejor es mantener la universidad con sus puertas abiertas. Esa no es una decisión temerosa o complaciente, sino más bien de orden táctico en el proceso de reclamos que se lleva adelante. En primer lugar he de apuntar que cuando asistimos a la Asamblea profesoral convocada la semana pasada, nos encontramos con una actividad de carácter informativo por cuanto ya la dirección gremial había tomado  decisiones en ese sentido. He revisado mi dirección de correos electrónica y no he encontrado invitación alguna en la que se me hiciera participación del llamado a alguna asamblea en la que el punto a tratar fuese la toma de decisiones con respecto a la posibilidad de acceder a un paro indefinido de actividades.
Aparte ese detalle de mucha monta en un conflicto llevado a esos  niveles de acción colectiva, luego de los paros interdiarios, existen razones de peso que llevan, en lo estratégico, a evitar una confrontación de corte indefinido si realmente se desea guardar sana alguna herramienta de lucha para el futuro. Expresare solo algunas que ahora vienen a mi mente. En primer lugar, el país vive en este momento una situación de desabastecimiento que implica una elevada demanda de divisas para controlar la escasez y llevar al menos la cesta alimentaria básica a los hogares más humildes del país. Sin entrar en discusiones de corte ideológico en cuanto al origen de lo que ahora ocurre como consecuencia de la mutilación del aparato productivo nacional, la desaparición de empleos decentes y productivos y por tanto la ausencia de producción de bienes y servicios, este es un problema de monta mayor que opaca nuestros reclamos y nos pone de contracara ante la población.

Luego tenemos otros problemas de no menor monta que el anterior, los cuales se expresan en la inseguridad y las fallas de servicios públicos fundamentales como la electricidad. Problemas que nos afectan a todos sin discriminación de tipo alguno y, a los cuales el gobierno debe poner interés y atención ante su escasez de legitimidad como consecuencia del reciente resultado electoral y la impugnación del proceso,  lectoral, ello asociado a las disputas internas en el seno del partido de gobierno y su distanciamiento de la familia  del líder fallecido y la galopante corrupción en las altas esferas del gobierno.

Me responderán todos que ese no es problema nuestro y que nuestro reclamo debe ser atendido de la misma manera que se está incrementando el salario a los militares en el día de hoy. Y es verdad que ante esta posición no tendría porque oponerme ya que nos cabe la razón. Ahora bien, en qué medida podemos considerar, al realizar una evaluación lógica y sincera de la realidad, que saldremos victoriosos. Una decisión de este tipo no se ejecuta para perder, sino para salir al menos con alguna ganancia, con algún avance, con alguna  victoria que ofrecer a la multitud profesoral y demás miembros de las comunidades universitarias autónomas. ¿Será posible que a esta fecha, podamos alcanzar una victoria, aunque sea parcial, ante un gobierno ocupado en defenderse de las posibilidades de su  limpia caída, sin que haya como endilgarle su suerte a terceros? A mi modo de ver ese es el elemento más importante en la evaluación que podamos hacer de la situación y el estado actual del conflicto.

No creo que en la situación actual del país podamos alcanzar una victoria significativa. Por tanto considero que debe abrirse un compas de espera y apelar a otros lineamientos de acción que, siendo creativos, permitan mantener el espíritu de los reclamos sin perder el norte de nuestras actividades. Esta es solo una opinión, pero creo que más gana la universidad y sus profesores de cara a la colectividad, con sus puertas abiertas que con la pérdida de un semestre. Esa es también una forma de mantener nuestras banderas en alto, defendiendo la universidad pública, democrática y autónoma de un posible cierre como ya ocurrió alguna vez en tiempos de dictadura. No abramos flancos al enemigo de la universidad en nuestras líneas de trabajo, ayudemos a que las suyas se debiliten. Entonces, nuestros ideales serán los que prevalezcan, a eso debemos apostar y no a otra cosa. Defendamos la universidad venezolana. Adelante….