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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

martes, 9 de octubre de 2018

Apoyar o no, a los trabajadores de Guayana


Demócratas civilizados, apoyamos a los de los trabajadores de Guayana, o les excluimos de nuestra agenda por el cambio y la transformación social

A propósito del intercambio de opiniones que se ha dado como consecuencia de la solicitud de apoyo a sus demandas salariales por parte de los trabajadores de las empresas básicas, y dado que el salario es parte de las condiciones inmanentes a toda persona que trabaja, me permito plantear la siguiente reflexión sin que para nada me anime el querer establecer una inútil confrontación de puntos de vista y si, en el ánimo de lo que nos mueve, tal es el caso de construir y desarrollar unidad de objetivos en paz para avanzar hacia la salida del régimen dictatorial que hoy nos oprime, burla y pretende controlarnos como sociedad.

Una sentencia einsteiniana señala que quien hace siempre las cosas de la misma manera, obtiene los mismos resultados. Por tanto, si se trata de incidir en el seno de un conglomerado humano para cambiar y procurar transformaciones al interior de su comportamiento, hemos de cambiar la manera de abordar los mismos. 

Por otra parte, actuando desde lo que constituye la esencia civil en contra de la violencia y la barbarie, no comulgo con aquello de “ojo por ojo y diente por diente”. Más aun, siendo religiosamente católico, tampoco comparto el que hemos de colocar la otra mejilla. La razón, ambas conductas parten de la violencia, y si bien la primera se sabe donde comienza, no hay certeza de cuando ni donde terminara y cuál será el nivel de violencia que se engendrara durante el proceso. En el otro caso, también se parte de la violencia y aunque pudiéramos conocer el final, igualmente resultaría en la afectación moral de quien recibe la doble afrenta.

Ahora bien, en política, el enemigo de mi enemigo es mi amigo y más en una situación como la que vivimos en Venezuela y quienes militamos en la causa de la civilidad y la construcción de ciudadanía. Quien suma en contra del régimen de oprobio que padecemos en el país, agrega su energía para ampliar la magnitud e incrementar el sentido direccional del vector de fuerza cuya construcción colectiva ha de llevarnos al objetivo deseado, la sustitución pacífica de la dictadura en el camino hacia la transición. Por tanto, se trata de sumar y no de confrontar y restar, a menos que, la propuesta y acciones ejercidas por quien quiera sumarse a nosotros, desvirtúen totalmente las nuestras. En ese caso, se hacen las consideraciones y toma de decisiones pertinente para no perder la orientación y norte del rumbo tomado.
Es más, ser civilistas no implica renuncia alguna a la violencia por cuanto ella forma parte de la caja  “natural” de herramientas de la que es dotado todo ser vivo para su sobrevivencia si bien los seres humanos, dentro de su enclave animal, poseen una característica diferencial fundamental cual es la capacidad de razonar con base en ideas y no actuar conforme a sus instintos básicos. Construir ciudadanía y transformación social implica que “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

Es el momento de sumar. Se suma incorporando y no excluyendo, conducta que por cierto criticamos en aquellos a quienes nos oponemos, lo cual  de por sí constituye una acción violenta en el solo acto de oponerse sin apremios de la razón validada por el raciocinio y no por la emocionalidad del momento. La construcción y transformación social exige de quienes asumen posiciones de liderazgo y más en el caso venezolano en el que el mismo se encuentra en entredicho, partir y sustentar principios y valores de la convivencia, aceptando los yerros del otro para dirigir desde las  virtudes y no desde nuestras propias miserias. A convivir se enseña, y se educa para la convivencia desde la tolerancia. Haciendo ver al otro sus equívocos, si los tiene, y no confrontándolo y excluyéndolo a priori y per se, como consecuencia de sus actos. Es base de la perfectibilidad humana. Errar es de humanos, rectificar es de sabios. Actuar asumiendonos como dueños de la verdad absoluta, es caminar hacia el fracaso. Para cambiar y transformar mi entorno, en primer lugar he de promover y transformar mi fuera internoy liberarlode la limitaciónimpuesta por mis propias creencias.