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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Será solo gasolina… Abusan los usurpadores, abusan los concesionarios



Hace tres semanas viaje a Maturín y solo había colas para gasolina en la bomba ubicada en Chaguaramas. En Maturín, en la ciudad capital del estado Monagas, no había colas en ninguna estación de servicio, salvo lo que normalmente pudiera encontrarse cualquier día de servicio normal, tres o cuatro vehículos. Luego, hace tres semanas, viaje a Puerto La Cruz y tampoco me tope con cola alguna en la ciudad, tampoco en Lecherías. En las estaciones de servicio ubicadas en la carretera, observe colas, aunque muy cortas, en estaciones de servicio de Santo Tome y en Bajo Hondo. Hablo de diez carros o tal vez poco más. Y apenas este fin de semana pasado hube de viajar nuevamente a Puerto La Cruz. No aprecie cola en las estaciones de servicio en la carretera. Tres de las seis estaciones de servicio en San José de Guanipa estaban cerradas por falta de combustible y no hubo una sola cola en las estaciones de servicio en Puerto La Cruz ni en Lecherías. Por eso me pregunto ¿Qué pasa con el problema en el estado Bolívar?
 
Las especulaciones informativas son muchas. Las más comunes hablan del contrabando de extracción hacia las minas, cuestión a la que me cuesta dar veracidad por cuanto ello supondría el uso intensivo de la gasolina en la explotación minera y si, pudiera resultar de mayor veracidad, el que esté operando contrabando de extracción hacia otros destinos. En todo caso resulta cierto que se ha iniciado el “bachaqueo” de gasolina y que hay zonas como en el caso de Santa Elena de Uairen donde un tanqueo puede llegar a costar hasta seiscientos mil bolívares fuertes. Una barbaridad.

En el caso de nuestra ciudad capital, el problema del abastecimiento de gasolina se ha agudizado al extremo. Las colas no solo incrementan su longitud sino el tiempo que los usuarios de este servicio permanecen en las mismas por cuanto ya no se trata de atender el momento de cargar combustible sino de espera a que las gandolas lleguen a las estaciones de servicio. El domingo cuando regrese del viaje, no había gasolina en ninguna estación de servicio en la carretera y hube de hacer una cola de casi dos horas en Santo Tome donde pude cargar para continuar hasta Ciudad Bolívar y acá no divise más que dos bombas con gasolina por lo que decidí reabastecerme en una de ellas, la más cercana a mi residencia.

Ahora bien, esta parte del relato la iniciare con una anécdota de lo que me ocurriera en San José de Guanipa. Más de hora y media en cola luego de haberme ubicado detrás de un vehículo pequeño y nuevo. Al rato una señora muy joven inicia viajes constantes entre el vehículo en cuestión y una flamante camioneta que se ubico en las afueras de la estación de servicio y allí se mantenía estacionada. El chofer del vehículo pequeño, un joven al igual que la señora ya referida. Entraban y salían de ambos vehículos y no entendía porque pero como no es mi problema, pues solo me mantenía atento al avance de mi posición hacia el surtidor de la gasolinera. Por fin, logro entrar al área de los surtidores y Oh¡, que alivio ya solo tengo el vehículo que va delante, se ubica ante el surtidor, la camioneta se mueve para ubicarse estratégicamente a cierta distancia delante del mismo surtidor y el joven baja de su vehículo y se acerca, pidiendo baje el vidrio de la ventanilla y le atienda.

-    “Buenas tardes, por favor, aquella camioneta es la de mi esposa.” Fueron sus palabras y a continuación: “Queremos echar gasolina, puede dejar que cargue una vez hayan llenado el tanque de mi carro.”
-          Mi respuesta. “Lo siento, hay varios inconvenientes para ello”
-        “Es que el bombero me dijo que le preguntara a usted y el vehículo de atrás, si están de acuerdo el me cargara gasolina”
      "No estoy de acuerdo. Primero, tengo más de hora y media en cola. Segundo, esa camioneta tiene parada fuera de la cola, tanto tiempo como el que usted ha tenido delante de mí, porque no la colocaron en la fila, estuvieses cargando y sin pedir favores sino ejerciendo tu derecho”

La conversación continua por un momento, interviene el bombero salvando su responsabilidad y obvio, su trabajo, poniendo en evidencia su madurez emocional al no comprometerse en algo que no le competía a menos que faltara el respeto a quienes estaban detrás en la cola. Fue una actitud muy profesional por parte del joven y humilde trabajador de la bomba de gasolina. Y esa actitud es la que ahora refiero como contrapartida a la que esa misma tarde pude apreciar en los concesionarios de las dos estaciones de servicio que se encontraban abiertas y despachando combustible en Ciudad Bolívar, esa tarde de domingo.

Y es que luego de unos veinte minutos y haber adelantado tanto como para que solo estuviesen por delante unos diez vehículos antes de entrar a los surtidores en la estación de servicio ubicada frente a una reconocida clínica de esta ciudad, vienen los militares advirtiendo que ya no había más despacho porque se había terminado el combustible. Bueno, está bien, cuestión de suerte, se agoto y como le hacemos, ir a otra bomba o tomar rumbo a casa y esperara hasta mañana para resolver. Sin embargo, que triste la actitud de los concesionarios de esta gasolinera para el usuario. La cola de enchufados y amigos, que no vehículos oficiales que entraban a tanquear por lo que es le “puerta” de salida, era superior a los veinte vehículos. Se agoto la gasolina para los usuarios más no así para los amigos. Una actitud totalmente contraria a la vivida en El Tigrito (San José de Guanipa).

En este caso, la actitud del “bombero” es la que corresponde a un ciudadano, la de los concesionarios, que no propietarios, de la estación de servicio en Ciudad Bolívar, es la de un habitante. Y esa actitud, la del habitante, es lo que hace la diferencia entre un país que progresa y un país que vive en el atraso. Con su actitud, el humilde trabajador da ejemplo de deberes y derechos para la construcción de ciudadanía y transformación de la sociedad mientras los flamantes, en esta caso, las flamantes concesionarias, ponen en evidencia que la tenencia de bienes y seguramente un importante capital, no contribuye para nada al cambio social y mantiene en favor de los enchufados, característica del populismo rampante que vivimos en el país. 

Mientras, en la otra bomba observamos idéntica situación. Peor si consideramos que su propietario se vende como profesional de la política y tiene aspiraciones, más bien avidez o ambición por llegar al poder a través de un “intermediario” a quien aspiran ubicar en la Alcaldía de Heres. Acaso no son estos personajes idénticos a los que en términos de  “esta gente” nos refiere Francisco Suniaga en su novela del mismo título. Con “esta gente” nada cambiara.

 Esas, son actitudes proclives a la corrupción, al igual que la presencia de militares que las favorecen siendo testigos materiales de la impunidad. Cómo entonces,  construir ciudadanía desde esas actitudes. Bolívar, como te han olvidado. A ti y tus ideas sobre el cultivo de las virtudes, los valores y la ejemplarizante ciudadanía. Es evidente que en nuestro venezolano caso y situación, nuestro problema no es solo gasolina…