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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

sábado, 27 de marzo de 2021

Oposición chapucera venezolana y los candidiotas

Recién iniciada la pandemia actual, una pensadora española escribía en El País, un artículo en el que definía el comportamiento de los covidiotas, como los bautizo, en tanto aquellas entidades humanas que ponían en riesgo de contagio pandémico-covideo a los demás, dada su poca capacidad de filiación social en resguardo de todos, ante los peligros ya avizorados en aquel momento  cuando recién comenzaban a manifestarse los primeros estragos del virus SARS-CoV-2, causante de una nueva enfermedad de contagio inter humano con síntomas asociados a insuficiente capacidad de respuesta del sistema inmune ante el ataque de la infección,  centrado fundamentalmente en el sistema respiratorio.


En España, luego de un año de cuarentena, el turismo no levanta, la escolaridad presencial se encuentra en porcentajes muy bajos de actividad y dado que habrá elecciones para escoger al nuevo líder público de la Comunidad de Madrid, los candidatos comienzan a preparar su subida al escenario de la campaña electoral que se avecina. De hecho, Pablo Iglesias acaba de renunciar posiciones en el gobierno español para convertirse en aspirante a Alcalde de Madrid, así, sin medias tintas que ya no caben porque la estructura es virtual, sobre cristal líquido como el contexto cultural actual de la civilización humana, según lo sostenido por Zigmunt Bowman, autor de la teoría de la sociedad liquida.


Mientras eso ocurre en la Madre Patria, en la hija ilegítima, surgida de sus gritos independentistas, el cambote de la  usurpación, y sectores de la legitima oposición democrática venezolana con ansias de cohabitación porque no cabe pensar otra cuestión, entra en desespero activo por montar y ponerse en la jugada de unas elecciones chimbas, una más de todas las acontecidas desde 2013 en adelante, puestas cual caramelito de cianuro sobre el tapete de la prolongación de esta agonía que nos llevas de la mano,  ya no vemos muy bien de cuál de los bandos en pugna, celosamente atractivo de  moscas hambrientas, ahítas de reconocimiento y legitimación social ante la realidad de unos números que en las encuestas dan asomo a la posibilidad de una victoria en nada dada la indiferencia activa de la sociedad civil, pero cuya participación animaría el hacer las pases para mantener algunas prerrogativas ante la usurpación, aunque con riesgo de perder la siempre apetecida y bien vivida comunión con el indeseado y excluyente mundo gringo en el Reino de Donald, Minie y Mickey.  Son nuestros candidiotas.


Nuestros candidiotas se mueven y se muestran en campaña social, la que no realizaron durante 2019 y 2020 porque de acuerdo a lo establecido en la Constitución, este año 2021 es electoral y allí desean estar por encima de  condiciones que en nada se corresponden con un mínimo respetable y deseable de decencia electoral. Mientras, en España, Pablito está seguro de que su participación no solo es reconocida sino que, en caso de resultar ganador tendrá para si todas las consideraciones que las leyes establecen en cuanto al reconocimiento de los resultados  derivados de la participación electoral originaria de la sociedad, del Reino que habita los predios territoriales de la comunidad madrileña y seria declarado su alcalde en buena lid.


Cabe preguntarnos si aquí, la realidad democrática del Imperio Español tiene copia certificada para el caso venezolano, y la participación electoral de la legitima oposición democrática venezolana sería reconocida en términos equivalentes de respeto a la decisión ciudadana que se muestra dispuesta a votar y que solo aspira dos consideraciones consecuentes: Votar para elegir y que el resultado sea respetado tal cual y, elegir a los mejores, no necesariamente la muestra de favores y agradecimientos que presentan los partidos políticos.


Ante esa oposición chapucera, esto es quien realiza el trabajo de manera tosca y descuidada sin evidenciar verdadero conocimiento del oficio y su funcionalidad social en este caso, la chapuza de tanto candidiota ya no resulta ni preocupante ni materia de su consideración, algunos han cambiado tanto el color de gorras y franelas que su credibilidad es inexistente. Por el contrario, para la sociedad civil, sus posiciones ante la cuestión electoral no es juego ni desespero, sino evidencia de  auto reconocimiento a su dignidad humana y ciudadana en la promoción del cambio y la transformación de la sociedad venezolana frente a la globalización planetaria en el siglo XXI. En ese camino hemos de andar.