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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

miércoles, 15 de abril de 2020

Covidiotas: Clave de viveza criolla en tempo de estupidez


A medida que pasan los días y la pandemia aun no da señales de someterse al control del hombre, variados aspectos de la vida siguen su curso. No puede ser de otra manera. Ya no solo hablamos de pandemia, algunos se preguntan si vale decir que se trata de una pandemia mundial, señalaría al respecto que técnicamente estamos en presencia de una pandemia global por cuanto no se proyecta sobre la territorialidad y su demografía sino que ha inundado las redes y con ello el ámbito global de la transmisión de datos e información, de la comunicación de masas, de la autopista de la información y ello, trae aparejado sus consecuencias a futuro.

En su más reciente artículo, publicado en el diario El País de España, Lola Pons Rodríguez (2020)[1] nos habla de neologismos, esto es, nuevos vocablos que surgen en marco de la pandemia, como derivación de algunos ya establecidos. Nos señala ejemplos como lo son los balconazis o policías de balcones, cuarespena, confitamiento, pandemia y nuevas modalidades de sepelio sin velatorio ni rito de despedida a la vez que la quema, más que cremación de cadáveres y, construcción de múltiples fosas comunes a falta de tiempo y espacio para multitudinarios entierros simultáneos. También cita la puesta en boga del uso material de las ventanas como puestos de observación hacia el entorno que oteamos hasta donde alcance la mirada, con significado figurado de balconazos como la definición de tales acciones de vigilancia contextual.

Ahora bien, hay una que vienen a pelo no solo para el ámbito de España, sino que hemos de proyectarla al mundo y muy particularmente a las calles y redes venezolanas. Se trata de covidiota. Define el conjunto de idiotas correspondientes en su ubicación, al continuum de irresponsabilidad que se mueve sobre una línea que tiene como extremos al desinformado, en una punta, y al pantallero y charlatán en la otra. Ambos actúan en clave, esto es, en son de viveza criolla integrados a los más diversos escenarios humanos y grupos de comunicación virtual en la consagración temporal de la estupidez humana. Esta ultima una cuestión sobre la que el todólogo, que a título de filosofo constituye una nueva interpretación de la intelectualidad al servicio del conocimiento en tiempos de post y transmodernidad, Yuval Anah Hurari[2] ha dejado ver que debe ser considerada sin restricciones al referirnos a lo humano porque ella, la estupidez humana, también es parte del juego.

El covidiota, quien actuando desde las concepciones de la viveza criolla jura que se la está comiendo. Es un personaje detrás de quien se esconde la ignorancia. Él ha oído hablar de corona virus, de una enfermedad que pone en riesgo la salud de todos y que han de tomarse algunas medidas mínimas de prevención para evitar la propagación de la infección y que en este caso concreto corresponden al contacto directo entre las personas. Han de usarse mascarillas y de ser necesario de acuerdo a la actividad, guantes, mangas largas, protección de la cabellera y la cabeza, lavado de manos, desinfección de artículos de uso personal e incluso ropa y calzado.

Pero él solo oye, no escucha porque no atiende y, al no escuchar, no atiende porque no entiende o no le da la gana de entender lo que ocurre a su alrededor, no le pidamos que interprete porque ni siquiera es capaz de imitar. Entonces sale a la calle con mascarilla y la coloca en su barbilla o en el cuello y por supuesto, nada que ver con el resto de las medidas sanitarias y de higiene que han sido recomendadas, aunque las tenga a mano apelara al esnobismo y no a la utilidad fáctica de la recomendación en favor de la preservación de la salud y la sanidad pública. Él es más vivo que los demás.

Su carnal va al otro extremo, es también un vivo y se la está comiendo. Si el anterior espécimen es una mezcla de ignorancia o desinformación y exhibicionismo, este connota variantes interesantes en su mezcla de saberes y experto en las acciones de corta y pega que le llevan al aterrizaje forzoso en los hangares de la estupidez. Connota el escenario rítmico del tempo en términos de su incapacidad para entender aquello para lo cual sus perfiles cognitivos no están entrenados. Y aquí no solo cuadra un ignaro cualquiera con aires de sápida superioridad. Aquí calzan incluso profesionales de alta talla que, movidos por la necesidad de aparecer como protagonistas, sus acciones los ubican en su rol verdadero, uno más del elenco, parte del reparto secundario.

Y es que, en tiempos de todología, vale lo que aprendí de quienes me introdujeron en los vericuetos de la interpretación de lo real, de la asunción de las verdades parciales  y sobre todo del manejo de la materia gris en términos de interconexiones neuronales y nervotransmisores biofísicos y bioquímicos para el desarrollo de la hipótesis que da lugar a la tesis, el estudio que conlleva a la antítesis y el análisis conducente a la síntesis. Llamarse Pepsi y ser gaseosa de color negro ya no cuenta, lo importante es el sabor. El sabor es único y deviene en receta formulada y secretamente guardada, digamos que es el locus determinante del manejo existencial de cada persona en razón de sus experiencias individuales y, se manifiesta en la determinación del ethos de cada quien con las luces y sombras jungianas de su ser.

Estupidez es ignorancia o, en todo caso, incapacidad para asumir racionalmente los términos relativos de una verdad que jamás ha de ser absoluta en términos del conocimiento humano. Eso es el estúpido y por tanto poco le importa actuar en tipo corta y pega porque él ha de ser el primero en colgar una información en redes, no se detiene a verificar fuentes ni los términos de su  veracidad y certidumbre. Para él solo vale el Yo lo dije primero!, las causas, la veracidad o  las consecuencias, no cuentan.

Esta reflexión la inicie hace unos tres días. Era para mí una necesidad. En las últimas semanas me he visto moralmente obligado a retirarme de algunos grupos de chat en los que participaba. Sorprende la cantidad de fake news que circula en las redes a propósito del covid-19 y la cuarentena a nivel global. Ya había materializado mis observaciones en cuanto a estos aspectos en el país[3]. Causa estupor apreciar incluso, como ciudadanos con perfiles profesionales referentes publican a diestra y siniestra cualquier cuestión que llega a sus manos. No se toman el trabajo de verificar fuentes, más aun cuando el contenido no corresponde a sus predios y dominios cognitivos ni intelectuales porque no tienen asiento en lo que es su actividad profesional, o no han tenido al menos un acercamiento a la información en ciernes e inclusive, en el peor de los casos, como letrados que son, darse una paseadita por fuentes populares del saber tal es el caso de  Wikipedia y formarse allí una opinión valida antes de causar la zozobra y sembrar desesperanza postemocionalmente positiva a lo que de inmediato cuelgan. Son nuestros covidiotas.

En el mundo de los saberes y el conocimiento de hoy, abril 15 de 2020, la globalización abre paso a la sociedad cerrando definitivamente la era anterior. El devenir histórico de la humanidad ha quedado definitivamente particionado, para utilizar la jerga tecnológica de estos tiempos, en el antes y el después del covid-19, a él dedicaremos una reflexión futura e inmediata. Filósofos, todólogos, pensadores e intelectuales y estudiosos van escribiendo sobre sus apreciaciones en cuanto al mundo por venir, la consolidación definitiva de la aldea global inicialmente referida por Marshall Mc Luhan[4] en la segunda mitad del siglo XIX. Pues bien, la aldea global ha quedado definitivamente establecida, concreción material de la divisoria[5] referida por Drucker en 1994 y consolidada en su realización por parte  del corona virus y la pandemia mundial en 2019 - 2020.

Finalmente, en cuanto todo lo que ahora se piensa y escribe al respecto anterior en lo sociopolítico, lo socioeconómico y lo sociocultural; también se escribe y escribirá, y es muy importante fijarse en ello a propósito de la mundialización del todo en la sociedad global y con mayor vigencia, sobre la salud en términos de los estados de satisfacción psicosocioecologicosocial e incluso emocional, amoroso afectiva y de paz interior en los que ha de mantenerse y dar existencia a la vida cada ser humano, es decir la felicidad. Concertarlo va a depender mucho de la dinámica postpandemia. En ello va una pregunta crucial que busca respuestas y que hoy sube nuevamente al estrado para ser tomada en cuestión. Es la pregunta que llevó a los científicos e intelectuales que unidos a Aurelio Peccei[6] dieron vida al Club de Roma en 1968. Como hemos de manejar un mundo global definitivamente dividido entre el bien humanamente más preciado, el correspondiente a la libertad y las fuerzas oscuras del mal bajo las sombras que apelan a los valores del totalitarismo en la cultura política, para mantener dominio y control sobre los individuos y la sociedad, prevalidos de una falsa razón que solo proyecta oscuridad, desasosiego, frustraciones y pobreza de todo orden, tipo y nivel a los seres humanos. Humanidad que procura cumplir el requisito que sin haberlo buscado le ha colocado en este mundo, disfrutar de la vida, existir en paz y ser felices.



[1] PONS RODRIGUEZ Lola (2020).  'Covidiota', 'balconazis', 'cuarenpena'... los neologismos que nos ha traído la pandemia. Esta crisis del coronavirus ha provocado la recuperación de palabras ya existentes y la creación de otras nuevas. En Diario Global El País, España. Edición virtual del Miércoles 8 de abril de 2020. En la sección Verme. Columna de opinión Lengua.  [Documento en línea] Disponible en: https://verne.elpais.com/verne/2020/04/07/articulo/1586246728_179666.html  Consulta realizada el Jueves 9 de abril 2020.

[2] BENITEZ Jorge (2018). Yuval Noah Harari: "No debemos subestimar la estupidez humana" En Diario El Mundo, España. Edición virtual del 30 de Agosto de 2018. Sección Verano. Columna de opinión Líderes. [Documento en línea] Disponible en: https://www.elmundo.es/papel/lideres/2018/08/30/5b802091ca47414e518b457f.html  Consulta realizada el Viernes 10 de abril 2020.


[3] ORTIZ RONDON Bismarck (2020).  ¿Venezuela 2020: Corona virus fractura estrategia opositora?   Publicado en bismarckortizrondon.blogspot.com el Domingo 15 de Marzo 2020 [Documento en línea] Disponible en: https://bismarckortizrondon.blogspot.com/  Consulta realizada el Miércoles 15 de Abril de 2020.
[4] McLUHAN Marshall (1911 - 1980) El concepto de Aldea Global fue manejado por el filósofo canadiense Marshall Mc Luhan en sus publicaciones a partir de 1962. Daba cuenta de los cambios que habrían de producirse en el mundo con el desarrollo de las modernas tecnologías de la comunicación y la información. The Gutenberg Galaxy: The Making of Typographic Man (1962) y Understanding Media (1964). En el mundo de habla hispana muy probablemente se haya popularizado a partir de 1968, cuando, bajo su autoría, se publicó  Guerra y paz en la Aldea Global.  Herbert Marshall McLuhan nació en  Edmonton, Canadá, el 21 de julio de 1911. Falleció en Toronto el 31 de diciembre de 1980.  
[5] DRUCKER Peter (1994). La sociedad postcapitalista. Norma S.A. Bogotá.
[6] Ante los avances del comunismo, científicos e intelectuales acudieron al llamado de Aurelio Peccei en 1968 para dar lugar a la creación del Club de Roma fundado en la capital de Italia.. A partir de las teorías y principios malthusianos en cuanto al avance demográfico del comunismo, la idea era como analizarlo e imponer trabas a su consolidación en el mundo. Una situación similar a la que dio lugar a la Alianza para el Progreso en América latina durante la segunda década del siglo pasado.