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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

lunes, 12 de abril de 2021

Venezuela 2021: ¿Bajo qué escenarios llegamos al 19 de abril?

Venezuela  llega al  19 de abril de año 2021,   al  comienzo de la segunda década del siglo XXI, en una situación de  depauperación de los diferentes escenarios de su realidad en lo político, desde las posibilidades de  solución al problema interno,  ahora en  situación  de  progresivo deterioro geopolítico  interno,  en lo externo ya  es evidente,   ante los sucesos que en las últimas semanas han venido ocurriendo en los estados fronterizos con Colombia, caso de Apure y Táchira.

Lo que habría sido teóricamente manejado como perdida de gobernanza se aviene ahora en unión, a la ya existente carencia de gobernabilidad en un territorio que de acuerdo con las más recientes informaciones, apuntan un abandono de las operaciones militares en la zona, que ahora habría que dilucidar esta si se trata de una jugada táctica, el replanteamiento de objetivos estratégicos o, si se trata definitivamente del abandono de las operaciones en la zona, lo cual resultaría sumamente grave por cuanto abriría camino a escenarios nada deseados, como los son posibles situaciones de secesionistas como algunos han venido planteando, lo cual nos afectaría directamente en el caso del estado Bolívar y la región Guayana.

De mayor gravedad respecto a otras consideraciones, si se tiene por hecho que en cuanto a las zonas fronterizas con Colombia, en algunos escenarios de confrontación alrededor de los mojones que la delimitan a uno y otro lado, en el caso territorial venezolano la voz cantante la lleva y ejecuta el denominado Tren de Aragua. Mi mente es rodeada por una idea, la declaratoria, aun cuando fuere parcial y diferencial, con base en los artículos constitucionales 337, 338 y 339 del estado de excepción correspondiente a la conmoción interior y e incluso exterior.

En lo económico, la hiperinflación ha continuado su avance indetenible. En veintidós años no se ha dispuesto de la voluntad política necesaria para dar satisfacción en el marco de exigencias nacionales, a leyes conducentes al crecimiento y desarrollo del país en esta materia.  No se han establecido verdaderas políticas públicas derivadas de las leyes especiales de habilitación que para promulgar leyes decreto en materia económica y financiera o en situación de estado de excepción y emergencia económica, se han venido sucediendo desde el año el 26 de abril de 1999, de manera tal que permitiesen equilibrar la situación y disminuir el deterioro mediante abatimiento de los indicadores macroeconómicos y políticas orientadas hacia mejoras en lo microfinanciero, cada vez más difíciles de manejar sin que de ello derive más que una realidad recurrentemente más comprometida para los que cuentan con menor  disponibilidad y acceso a recursos, que les permitan sobrellevar tan pesada rémora a las espaldas. No hay crecimiento ni se vislumbran posibilidades de ello hacia el corto y mediano plazo, sino por el contrario, el deterioro de los escenarios económicos en medio de la actual  puja dinámica por el control del Sistema Capitalista Mundo/Globo/Planeta.

En lo sociocultural la realidad se ha desdibujado, desde los caminos esperanzadoramente asfaltados del  desarrollo que existían y sombrearon el país entre desde 1958 hasta comienzos de la década de los setenta, hasta la pedregosamente oscura ciénaga que en lo comparativo lleva a ver nuestro futuro reflejado en las imágenes mezcladas y sombrías llegadas desde la Cuba socio – marxista, obra de los hermanos Castro;  y del culto obligado al reyezuelo, so pena de muerte, que observamos en la situación interna de Corea del Norte. En ambos casos, sociedades deconstruidas bajo régimen de dominio, sometimiento  y control militar  de la población. Más que dictaduras de nuevo cuño, auténticas tiranías abiertamente contrarias a los valores universales de la libertad y desarrollo independiente del hombre en un contexto de evolución civilizatoria fundada en el conocer y saber, hacer, tener y convivir para ser.

No solo se trata de la situación de los servicios públicos en general: Agua, electricidad y alumbrado, transporte público, abastecimiento de aguas blancas y deposición de aguas negras, suministro de gas, acceso al combustible que mueve el parque automotor en cuanto gasolina y diesel, comunicaciones e internet y telefonía móvil e incluso los servicios de televisión por cable y en general infraestructura en términos de carreteras y vías de circulación terrestre, dotación hospitalaria y adecuación de la infraestructura y realidad educativa de todos los niveles a la crisis de salud pública que por estos tiempos recorre el mundo.

Todo lo anterior asociado a dos factores que se constituyen con aquel, los tres jinetes del apocalipsis: Seguridad de personas, bienes, jurídica  y de propiedad privada, y el acceso a los alimentos y medicamentos en el contexto de la pandemia. Vale destacar respecto a esta última, que ha servido de base a los avances de la usurpación y régimen de facto hacia la tiranía, utilizándola como distractor o como elemento de terror cuando las circunstancias se prestan a ello y lo hacen necesario desde la perspectiva de su sostenimiento en el poder. Digan lo que digan, dígalo quien lo diga desde esa acera, nadie les cree, lo cual es altamente peligroso en materia de salud pública, sumando ahora como amenaza que no habrá vacunación masiva ni se permitirá el ingreso de vacuna alguna, aun en condiciones de la crisis humanitaria compleja que se viven en el país, cuando ya todos los jerarcas lo han sido y además se vierte en cara de la población venezolana, que la asistencia cubana en el país ha sido totalmente protegida.

Ahora bien, la confluencia que refleja la realidad venezolana anteriormente descrita que, aunque someramente, expresa la profundidad de los factores implícitos en la situación de anomia social en la que ahora desemboca la crisis venezolana, poniendo en boca el sabor de una disolución posible del Estado Venezolano, cuestión que por ahora estaría fuera de todo contexto geopolítico global si bien en el ámbito de lo regional resultaría en expresiones gananciales para esa región del mundo que integran Asia y África, queriendo dejar atrás la supremacía norteamericana y el estado de bienestar para su población, bajo amenaza desestabilizadora de la espada de Bolívar y el Foro de Sao Paulo en su recorrido por América Latina, patio trasero de la aun primera potencia mundial. Una cuestión que así ha sido considerada en recientes declaraciones del Secretario de Estado del gobierno de los Estados Unidos al señalar a Venezuela como tal, respecto a la seguridad y hegemonía de la América del Norte.

Ahora bien, en cuanto a la situación interna, aquella realidad exterior asociada a intereses y objetivos supranacionales que necesariamente conectan con esta, ubica un posible escenario de confluencia respecto al estado de excepción; alarma en lo sociocultural, emergencia económica a efectos del ingreso de recursos financieros y sus aplicaciones y conmoción interna  y externa  en lo político – militar y control territorial que, si bien elevan costos de permanencia en el poder por parte de la usurpación y régimen de facto, disminuyen los costos de salida ante una eventual negociación que en todo caso y a todo trance, tiene ya como interlocutores, casi que exclusivamente actores internacionales. Los venezolanos son convidados de  piedra, mirones de la partida de domino que se ejecuta sobre la mesa.

El actor externo de mayor jerarquía ha señalado, al lado de quienes le acompañan que la restitución de la democracia y el Estado de Derecho en Venezuela pasan por una salida constitucional, pacífica y electoral basada en procesos comiciales auténticos, libres y creíbles donde lo presidencial y de representación al parlamento nacional constituyen base de la argumentación definitiva. Sin embargo esto no es apreciado de esa forma por parte de actores políticos internos, particularmente en el caso de los partidos políticos que incluso y no es para nada secreto, han jugado a la desestabilización de la figura de Juan Guaidó, pese a que por todas las vías e instancias internacionales han sido suficientemente informados que sin Guaidó a la cabeza, no hay procesos ni entendimientos que valgan, y punto.

Y es que resulta inentendible para cualquiera de nosotros, que ante los avances de la sociedad civil, esto es, la población sin compromiso y militancia partidista, los partidos políticos, que se encuentran viviendo una crisis adicional dentro de la crisis cual es la pérdida de apoyo, reconocimiento y credibilidad ante la población que de ellos se siente engañada y decepcionada, se empecinan en colocarle gríngolas para conducirla en su provecho particular a los escenarios que ellos consideran han de ser los que finalmente prevalezcan en el país, razón por la que la paciencia aliada ha establecido que el apoyo y vinculo de primera línea es con Guaidó, no hablan de partidos políticos y menos aún de su, en la realidad actual, supuesta hegemonía sociopolítica.

De hecho el tema ha subido a la mesa de la opinión pública al calor de una pregunta sobre la cual, nos corresponde elaborar respuesta: ¿Pueden las organizaciones de la sociedad civil sustituir a los partidos políticos?  Esta reflexión es parte de la elaboración de mi respuesta en tanto ser libre pensante sin otra atadura al pensamiento que la derivada de mis personales e íntimas convicciones. Continuare.

 

 

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