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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

sábado, 5 de enero de 2019

Enero, miércoles 2, 2019


2019, por dónde y cómo, acercarme a ti. El nuevo año ha comenzado y con él, la indetenible continuidad del tiempo. Una cuestión que en animo de su administración, en hombre dispuso segmentar a partir de la alternabilidad, amorosa dirían los poetas, del sol y la luna; él, centro de nuestro sistema planetario más inmediato en el contexto de la Vía Láctea, nuestra galaxia. Ella, satélite de este planeta, para quien que se ilumina y podemos apreciarla cada noche sobre el territorio venezolano, cuando la única cara que de manera continua y permanente nos muestra, se ilumina noche a noche al recibir la luz que dimana de aquel, el astro rey, que así también conocemos coloquialmente al Sol. Y así, solo con la fecha de hoy, cuando escribo, he decidido mi encuentro ustedes, quienes toman tiempo y trabajo para leerme.

Y comienzo en retroceso, yéndome al pasado. Abro la edición número 32745 del sábado 5 de octubre de 2016, en el Año 110 de actividades correspondientes a El Luchador, un diario que a sotto voce asumimos quien es su propietario, aunque no aparezca por ninguna parte, a menos que lo haya vendido a se lo hayan expropiado. Es que una de las tantas cuestiones que me ha gustado en la vida es guardar la prensa y revisarla luego de pasado un tiempo, por lo general, años, y apreciar el despliegue informativo de la edición para compararlo con mis percepciones de la realidad circundante en tiempo real y evaluar por andamos o hemos andado en el tiempo del devenir considerado entre ambas. Pasado que no vuelve, presente que vivimos, aprendizaje comparativo que expende nuestras zonas de confort. 

Tres informaciones me laten interesantes. La primera, a una columna y fotografía a color en parte baja de la primera plana titula, Un venezolano es el nuevo “papa negro” de los jesuitas” y remite a la página 2 para leer el desarrollo de la nota. La fotografía, Arturo sosa Abascal, nuevo “Papa negro”, esto es, Superior General de la Orden de la Compañía de Jesús fundada por Ignacio de Loyola – aun no consagrado santo – allá en 1534 y establecida así en 1840 cuando el Vaticano, bajo la dirección del Papa Paulo III lo aprueba. En la fotografía que refiero, Sosa se une en abrazo emocionado a otro jesuita, conocido por nosotros en Guayana, El sacerdote Arturo Peraza, Vicerrector del campus universitario de la Universidad Católica Andrés Bello en Ciudad Guayana.

Sosa Abascal fue electo tras votación de 217 electores siendo el primer sacerdote jesuita no europeo en asumir las responsabilidades de dirección mundial de la Orden que, entre otras responsabilidades gerencia la Radio Vaticana, el Observatorio Astronómico Vaticano y, en el caso concreto de Venezuela, administra una importante organización de la educación popular cual es la Red de escuela de Fe y Alegría y, en el caso de la educación superior, la que para mí es actualmente una de las primeras universidades del país, la Universidad Católica Andrés Bello, donde en la actualidad ejerce como Rector de la misma, el sacerdote jesuita José Virtuoso, a la sazón figura importante del quehacer político nacional desde posiciones directivas en el Frente Amplio Venezuela Libre en el que su voz, concurrente con la palabra escrita de otro jesuita, Luis Ugalde, expresan el sentir católico cristiano ante la depauperación del contexto país que estamos padeciendo los venezolanos. 

Vale destacar que al día siguiente, domingo 16 de octubre de 2016, se cumplirían ciento cincuenta y un años del fallecimiento en la ciudad de Santiago de Chile, de Don Andrés Bello, quien lego a ese país un Código Civil y una Universidad de la fue Rector desde 1843 hasta su muerte. Qué mar de coincidencias, aunque en el contexto de la dinámica venezolana de estos primeros días del año 2019, me atrevo a decir, qué mar de causalidades porque así como aquellos polvos trajeron estos lodos, es posible que el lodazal seque de manera inmediata y dispongamos polvos que por distintos y diferentes nos resulten nuevos al despuntar enero en el 2019 venezolano.

Y es que los jesuitas han sido gente de fe, de trabajo y de confrontación en circunstancias difíciles, tan difíciles que en su momento hasta costaron la expulsión de la Orden y sus miembros en España, Francia y Portugal. Dedicados a cultivar el intelecto y apoyados en la buena administración económica y financiera de la Orden, han estado siempre ejerciendo su influencia alrededor del poder en todas sus formas. El actual Papa blanco, Francisco III, pertenece a la Orden de los Jesuitas, tan influyente en la Argentina que algo de los símbolos patrios de ese país, donde naciera el Papa Francisco III, guarda alguna relación con los emblemas que Ignacio de Loyola creara para la identificación de la Compañía de Jesús. 

Y hay que leer la letra pequeña porque además de los votos sacerdotales de obediencia, pobreza y castidad, los jesuitas emiten y juran adicionalmente, obediencia al Papa, lo que no es poca cosa y menos aún cuando Francisco, es el primer jesuita que se sienta en el trono de San Pedro. Todo ello interesante en el caso de la Venezuela que discurre hoy, como aquella que en la mañana del 1 de mayo de 1957 con motivo de la celebración de la Fiesta de San José Obrero, que dos años antes hubiera instaurado Pio XII para la cristiandad, al unir dicha celebración a las correspondientes al Día del Obrero y el Trabajador. Una ciudadanía de caracas y del país que fue movida por la Carta Pastoral de Monseñor Rafael Arias Blanco, quien reclamaba en ella, entre otras cuestiones, el derecho de la iglesia a expresar su voz ante los acontecimientos del país y el padecimiento de los oprimidos. No fue jesuita pero su segundo nombre era Ignacio, y fue Arias Blanco, un ductor de juventudes a través del Seminario.

 Y finalmente, de los jesuitas dijo Napoleón, son una organización militar en procura del poder. La verdad, salvando la distancia que media entre la palabra escrita de Bonaparte y mi pensamiento de hoy en día, no creo sea esa la vocación de cristiana de la Orden aunque conformada por hombres, en el contexto cultural del homo sapiens sapiens, la procura del acceso al poder es una variable que siempre ha de ser considerada como parte de objetivos humanos, se hayan formalizado estos de manera explícita o no. Así lo determina nuestra cultura ancestral desde los póngidos, monos bipédicos que perdieron el rabo como extremidad en el andar erectos, pasando por el ya referido sapiens hasta el hombre del mañana, el homo deus que ya soma tras bastidores, donde los jesuitas no serán jamás convidados, ni invitados de piedra.

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