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Farmacéutico. Profesor Titular en la UDO. Consultoría y Asesoramiento en planificación, organización y gerencia. Coaching. Políticas públicas. Estudios de especialidad, maestría y doctorado.

domingo, 11 de enero de 2015

Vivian Sleiman, el atractivo de su himenea virginidad



Primero fue “Virgen a los treinta”, toda una odisea en medio de contextos sociales eminentemente machistas, toda una sorpresa y evidentemente un éxito editorial. Luego, de reciente aparición, intenta mantenerse en la cresta de la ola con una nueva creación: “El poder del espíritu”. Si en la ocasión anterior la motivación respondió al llamado del morbo intelectual por conocer de las peripecias que ha debido realizar una mujer tan linda para alcanzar tal edad manteniendo su virginidad, en esta oportunidad, aunque intenta mantener el interés a la vez que crear suspenso sobre la reconfirmación de su virginidad aun mantenida a los treinta y dos años, la idea central del libro va por otros caminos. 

En este nuevo texto, la especialista en mercadeo (un dato de interés a los efectos de su “performance literario”) desnuda su intimidad desde la perspectiva de lo eminentemente emocional y espiritual en el contexto de la búsqueda de su conocimiento interior con base en el “New Age”, epicentro de la denominada Era de Acuario por parte de quienes se han acogido y acogen a las mismas y donde, la reencarnación y la existencia en vidas anteriores amén de los mundos paralelos y los rigores de la energía desempeñan un rol preponderante en la construcción del sustrato que mantiene y sostiene esas vivencias.

En lo personal y en el campo del crecimiento personal, el control emocional y el desarrollo de la existencia espiritual navego mejor ya gusto en medio de los rigores de la ciencia y sus demostraciones y evidencias concretas, tal es el  caso de la Psicologia jungiana y obvio, en los campos de la Gestalt y el Psicoanalisis freudiano como sustrato de las interpretaciones que pueden darse en cuanto a las conductas y comportamientos de lo humano en general y de lo femenino en particular. Adquirí esta segunda publicación (La fotografía de la portada me parece horrorosa y de poco beneficio a la imagen que intenta transmitir en el texto), por cuanto el tema de lo femenino es y ha sido parte de mis inquietudes cognitivas, emocionales e intelectuales desde hace muchos años, casi desde mi pubertad diría, en un intento inútil por interpretar el alma de lo femenino. 

Aunque de fácil y rápida lectura el contenido sustantivo del libro me ha resultado insalobre, aunque como es mi costumbre a menos que se trate de un texto totalmente insalubre y de escasa potabilidad, me he mantenido fiel s su lectura si bien ha habido momentos en los que me ha provocado cerrarlo de manera definitiva y enviarlo a los estantes más elevados de la  biblioteca del “cuartico”, donde reposan los huesos de la creación literaria que ha pasado por mis manos y ante mis ojos, sujetas a la fluorescencia del amarillo luminoso e implacable de mis resaltadores y las notas al margen o pide página cuando lo leído, reflexionado e intelectualmente digerido así me lo dicta, desde las circunvoluciones cerebrales de mi masa gris. Sin embargo, por encima de todo priva el respeto a quien escribe, indistintamente del acuerdo existente o negado respecto a lo escrito y desarrollado como parte del discurso impreso, que es este el caso concreto al cual hago referencia en esta nota. 

Esos afanes e interés por intentar adentrarme en el alma de la mujer me han llevado a la creación de una sección dentro de las asignaturas que dicto a nivel de postgrado, con una orientación eminentemente femenina en cuanto a sus proyectos de vida, en un contexto que presiona para evitar el despegue de la mujer hacia horizontes elevados por encima de su condición arquetípica asociada a Hécate, Kore o Demeter, en un proceso de integración de lo espiritual, emocional e intelectual que, asociados a la materialidad de su cuerpo dan expresión definitiva y concreta al atractivo de toda mujer. Desde ese punto de vista, sostengo que no hay mujeres, tampoco hombres, feas o feos, sino atractivas o atractivos y que ello es lo fundamental. Cada quien descubre el atractivo del otro y ama o se enamora.

De nuevo, hablando en el plano de mi propia y eminentemente óptica personal, si bien la señorita Sleiman es bastante agraciada en el plano físico corporal, el conjunto asociado de su imagen e ideas no me motivan ahora lo suficiente como para ocultarla detrás del velo del atractivo descollante que intenta desplegar desde la posesión de un <<himen intacto>>, cuando en sus propias palabras, más allá de sus sueños evidentemente húmedos, deja en evidencia la diferencia entre castidad y pureza en contraposición a lo himeneo de su guarda y custodia como lo afirma, en procura de la preservación de sus costumbres, uno de los factores que han condicionado y limitado el hecho de que hasta ahora no haya tenido y sentido la necesidad de “dársela” a alguno de los integrantes de su larga lista de pretendientes y enamorados, alguno de los cuales, cierto es, puede haber dejado en ella secuelas y aprehensiones respecto a los hombres como consecuencia del trato recibido por alguno de ellos cuya marginalidad espiritual, emocional e intelectual ha quedado sentada en el discurso textual de Sleiman.

De interés para mis talleres como lo señalo, el libro es útil para analizar un tema cuya necesidad de hacerlo público queda prefigurada en elocuente “grafiti” que con frecuencia leo en una pared de la Urbanización Vista hermosa en Ciudad Bolívar: “Ni puta, ni santa… mujer libre”. De la Señorita Sleiman y su libro, de mis talleres y de estas expresiones de calle, continuaremos reflexionando y llevándolo a ustedes en próximas entregas, viviendo en el aquí y en el ahora…

Bibliografía:
Sleiman V. (2011) Virgen a los treinta. Planeta. Caracas
Sleiman V. (2014) El poder del espíritu. Diana. Caracas

Bismarck Ortiz Rondón / V:3627220
Lecherias, 09 de enero de 2015 / 9,50 pm

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